Fito Zelaya es carisma. Es uno de los personajes más odiados y queridos a la vez en el redondo nacional. Sus goles enamoraron a muchos, pero sus pecados desilusionaron y disgustaron a otros. Yo, en lo particular, no soy devoto del gran Rodolfo, pero tampoco comparto el que muchos se rasgan las vestiduras cuando “Selecta” y “Fito” ocupan una misma frase.
Cuando muchos tienen razones para no convocarlo, yo pienso que hay razones para que sí se le tome en cuenta. O al menos para que entre en ese nicho de jugadores “convocables”:
1. Porque El Salvador necesita delanteros. La selección siempre careció de un clásico ‘9’, buen rematador y cobrador de faltas directas y penaltis, un tiburón del área. Tras una sanción de un año de sanción pudo haber perdido ritmo de juego y condición física, pero no me parece que haya perdido el instinto goleador que lo consagró como el delantero fijo de la Azul. Marginarlo sería privarse de una oportunidad ante una escasez de materia prima. En este lapso han pasado delanteros como Irvin Herrera, Nelson Bonilla, Rafael Burgos, Jonathan Águila… todo ellos con grandes cualidades, pero ninguno se ha consolidado hasta el momento como el referente ofensivo que urge tener en la selección.
2. Porque no hay leyes que lo impidan. La Fesfut dejó serios vacíos en sus resoluciones en el Caso Amaños (cuyos documentos nunca fueron publicados) y no especificó si son convocables los jugadores que ya cumplieron sus sanciones. Igual pasó con la difusión de carácter internacional hecha por la FIFA en 2013. Estatutos nacionales e internacionales no obligan a marginar a un jugador de un equipo tras cometer falta disciplinaria, sea estaleve, grave o muy grave. Eso a menos que haya una política interna en la selección, la cual tampoco ha sido aclarada debidamente al público.
3. Porque se confunde profesionalismo con patriotismo. Quienes alegan que Fito pactó “haber vendido al país” confunden deporte con nacionalismo. Si bien es cierto una selección nacional simboliza los sueños e ilusiones de un país, esto solo se queda en el plano deportivo. Un combinado nacional no debería ser sínonimo de patria, nación, estado u otros conceptos que pertenecen más a ámbitos ligados a lo político o lo sociológico. El deporte es deporte y una selección solo es un equipo. Y si bien escierto Fito y una veintena de jugadores más jugaron feo con esos sueños, eso ya es tema de moral y ética.
4. Porque los precedentes lo respaldan. En el Mundial de España 1982, Paolo Rossi fue campeón del mundo con la selección de Italia y máximo goleador del torneo (6). Rossi venía de dos años de suspensión por implicación en el más grande escándalo de amaños en su país, el Tottonero. Y llegó ahí porque el técnico Enzo Bearzot confió ciegamente en él. Salvando las diferencias obvias entre ambos casos, Rossi y Fito atravesaron una larga sanción que les pudo costar su carrera, pero luego se sobrepusieron y volvieron a estar en la órbita de una selección nacional. Hablemos también de Antonio Conte: técnico italiano que pagó seis meses de castigo en 2012 por un caso de amaños similar al de Fito. Posteriormente, ganó dos Scudettos con la Juventus y ahora es técnico de la “Nazionale” de Italia.
5. Por el criterio del técnico. Un seleccionador es alguien que trata de hacer su trabajo lo mejor posible, por lo que debe contar con las mejores herramientas a su alcance. Jorge Rodríguez es un tipo listo y no permitirá que su equipo se eche a perder por una mala elección que sea consciente. Si él ve bien llamar a Fito porque lo halla en adecuado estado de forma, lo hará y punto. Él necesita contar con los jugadores necesarios para eliminar a Curazao, para enfrentar a México o para puntuar ante Honduras. Si Fito es el hombre, a criterio del “Zarco”, será su apuesta y a los resultados habrá que remitirse luego.
6. Porque es ejemplo de superación. Imagínese que usted es suspendido de su profesión por una falta grave en su empresa. Antes de eso, usted venía sobreponiéndose a terribles enfermedades (lesiones) que lo incapacitaron de desempeñar sus labores. Y un año después de ese despido, usted está de vuelta, trabajando. Quizás no goza de la misma reputación, pero cumple de nuevo su trabajo y responde. Fito Zelaya es un ejemplo de que uno se equivocar caer en esta vida (y muy feo), pero que hay posibilidad de enmendar la propia historia y superarse. Si es convocado o no, es problema del técnico nacional, pero hoy por hoy Fito está en la órbita de la selección nacional. Al menos por ahora.