¿Fito o los valores?

La inclusión o no del jugador de Alianza a la Selección Nacional desde la perspectiva de Fernando Palomo

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Recuerdos. Rodolfo Zelaya celebra un gol con la Selección Nacional en la pasada Copa de Oro 2013.

Por Fernando Palomo | Twitter: @Palomo_ESPN

2015-08-30 9:20:00

“Me entero en el año 2010, incluso he estado en dos reuniones”. Esto fue lo que me dijo Rodolfo Zelaya hace dos años. En un improvisado escenario dentro de un hotel en San Salvador. Era 2013 y la entrevista formaba parte de la producción del especial sobre amaños de partidos dentro de la Selección nacional de futbol de El Salvador.  “Dos veces he estado reunido y la verdad es que nunca sentí el valor necesario para vender a mi país y agarrar ningún cinco. La verdad no tuve el valor de hablar con las autoridades correspondientes de este tema”. Zelaya asumió una falta cometida y por esto fue sancionado por las autoridades de la Federación de Fútbol. Un año sin relacionarse con el fútbol.

“Me hago responsable de mis actos, de las dos reuniones que estuve. La verdad que me arrepiento de no haber hablado antes”, decía Zelaya por aquellos días. En ese momento, Fito Zelaya perdía la posibilidad de continuar su carrera en la MLS. El FC Dallas estaba muy cerca de arreglar su traspaso. Lo que no impidió que jugara en Estados Unidos, adonde era invitado a jugar partidos “amistosos” organizados por la comunidad salvadoreña en ese país. Comunidad que, en algunos casos, no ha tenido problema en arropar a jugadores involucrados en casos de amaños de partidos. Ni de ensalzar su presencia.

Zelaya cumplió la sanción y regresó a jugar. Caso singular, era una de las primeras veces que un jugador sancionado por una falta tan grave como la participación en reuniones cuyo propósito era acordar el arreglo de un partido de la Selección volvía a jugar en un club de Primera División. Corrijo, en un equipo de Primera División, en El Salvador no existen los clubes de fútbol. Este era un examen para la sociedad futbolística salvadoreña. ¿Estaría dispuesta a aceptar que un jugador que participó no una, pero dos veces en reuniones para amañar partidos, regresara a la Selección?

La reacción del fútbol en general desacreditó la investigación al punto de creer que se trataba de una campaña de desestabilización. Suena muy parecido a lo que se percibe en otros ámbitos. La defensa sin argumentos de parte de los comprometidos, el cuestionamiento incesante al resultado de la investigación eran el reflejo de la falta de confianza hacia las instituciones periodísticas involucradas. Las publicaciones fueron el resultado de una seria investigación de un medio local (El Gráfico), a la que se sumó una cadena deportiva internacional (así muchos comunicadores nacionales siguen llamando a ESPN).

Con el anuncio de las sanciones se consumaba la mayor vergüenza en la historia del deporte nacional, el vuelco de la opinión fue brutal. Los que desacreditaron y defendieron a los envueltos en la trama, ahora los atacaban. Reflejo también de la pérdida de la congruencia y la falta de voluntad por asumir responsabilidad en las acciones. La consecuencia de una sociedad que juzga sin memoria. A esto llegamos. A que la erosión de los pilares que construyen una sociedad de principios consolidados, ahora nos haga debatir sobre lo que no tendría que tener debate.

En un ejemplo que puede ser utilizado para muchos ámbitos, hasta para el político, la situación de Fito Zelaya nos lleva a caer en la exposición de lo que somos ahora como salvadoreños. Un jugador que cometió el error, en dos ocasiones, de estar presente en reuniones para amañar partidos, puede volver a jugar. A lo que no debe optar, es la posibilidad de vestir la camiseta más importante del fútbol salvadoreño. Que la FESFUT no asuma una postura firme es otra muestra de la falta de compromiso de su parte. No reconoce que para la cultura nacional la Selección de fútbol ocupa un lugar de relevancia y el impacto que genera la Selecta.

Es no saber de la necesidad inminente de toda la sociedad salvadoreña, no sólo la que tiene que ver con el fútbol, de reconstruir de los valores. Que la reconstrucción no se puede hacer sobre los escombros de los grandes errores. Que no pueden corregirse los errores si quienes asumen lugares de tanta importancia son quienes no tuvieron la base moral suficiente como para evitarlos. Que a la Selección, por su relevancia, deben ir grandes jugadores, pero mejores personas. Que no es más importante ganar un partido que actuar bien. El Salvador urge de buenas personas para poder ganar. Así como en el fútbol, en la vida.