Rebecca Iraheta

¿Qué pasó con...? Ex seleccionada nacional de voleibol de sala, tanto a nivel estudiantil, juvenil como mayor. Además, ex Miss El Salvador en 2006.

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Rebecca junto a su esposo Felipe Mejía, con quien reside en Houston, Texas. Foto EDH

Por Carlos López Vides | Twitter: @celvides

2015-05-03 9:55:00

El voleibol moldeó a Rebecca Iraheta como persona, por dentro y por fuera. La mosalidad de sala Le dio temple para soportar dos fracturas de pie (en cada uno), rodillas y hombros dislocados, un disco malo en la columna (“por el que dejé de caminar por una semana”, cuenta ella) y una muñeca que jamás será igual: “Me truena aún porque no me enyesaron a tiempo, porque estaba en medio de un torneo juvenil en El Salvador, era titular y no podía dejar de jugar. Así que, cuando fui al doctor, me dijo que ya no podría arreglármela jamás”.

Así lo cuenta la propia ex seleccionada nacional, quien comenzó en el voleibol después que un entrenador le dijo que no llegaría a ser nadie en el baloncesto, a pesar de la espigada estatura de la entonces estudiante del Colegio Guadalupano.

“Me dijo que no era tan buena y que nunca lo iba a ser. Así que le dije que me iría al voleibol, y él me dijo que no iba a ser buena seguramente… entonces le juré que iba a ser la mejor, ¡y así fue! (sonríe)”, comenta.

Empezó a destacar con el Guadalupano y llegó a representar al país a nivel estudiantil, en los Juegos del Codicader. Después vendrían llamados a selecciones nacionales a nivel infantil, juvenil y hasta el combinado absoluto, donde siempre portó el número 7 y destacó por sus potentes remates y su calidad en el bloqueo.

Ganó la Espigada Dorada a la excelencia deportiva en 2003, y se agenció distintas medallas de oro, plata y bronce en diferentes torneos nacionales. Además, para Rebecca es inolvidable el haber compartido con jugadores como Laura Vásquez, Aída Calderón, Diana Romero, Laura Molina, Norma y Ximena Quijano, Dorys Cabrera, Camila Calibrera, Claudia Hasbún, entre otras.

Para 2006, apareció otro reto en su vida: ganó el derecho de representar a El Salvador en el concurso de belleza Miss Universo. “El deporte me ayudó a ser disciplinada, hoy en día es una cualidad que no solo puse en práctica en el concurso, sino en la vida. Esa disciplina y el trabajar en equipo me acompañan en mi vida laboral hoy”, reflexiona.

Iraheta cambió de aires en 2009 al instalarse en Estados Unidos. “Dejé el voleibol a nivel profesional porque tuve que mudarme, pero aún juego en torneos en Houston”, dice.

Qué hace

Rebecca viajó a Houston en 2009 y se instaló en la “ciudad espacial” de forma definitiva. Ahí ha desarrollado su perfil profesional para plasmar sus estudios de publicidad y administración de empresas. Ese conocimiento lo ha puesto al servicio de la compañía de seguros TWFG, en Texas, donde se desempeña como gerente de mercadeo.

El residir en Estados Unidos la alejó de la selección de voleibol, y además “las lesiones también bajaron mi calidad de juego y era momento de dejar que nuevos talentos se desarrollaran”; aunque dice que “sigo jugando al voleibol cada vez que puedo, y acudo a todos los torneos que se me pongan enfrente. No importa qué tan vieja esté y qué tanta lesión tenga, el voleibol será mi adicción y adrenalina para siempre”.

Iraheta está agradecida con entrenadores como “el Pollo”, “el Chele Meme”, Marenco y don Miguel, su primer técnico, quienes “me sacaron el jugo” y le dieron disciplina. Y en cuanto a cómo mejorar este deporte en el país, dice que “extrañamos entrenadores extranjeros para ambos géneros… la Federación necesita una mejor administración. Nosotros jugamos con el corazón, pero también de amor no se vive”.