En el día de la madre

Rodolfo Nixon García y Raúl Magaña, dos portentos del arco centroamericano, en su momento fueron como ángeles para mi progenitora

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Nixon (Der) junto a Raúl Magaña

/ Foto Por Estadio Centro Deportivo

Por Manuel Cañadas | Twitter: @memecanadas

2015-05-10 5:09:00

Aunque con el tiempo logró mejorar la situación económica de la casa, antes tuvo que luchar denodadamente para sacarnos adelante. 
Mi progenitora Ana Isabel de Cañadas quedó viuda bien joven con cinco hijos que mantener y educar y en sus ansias por sacarnos adelante decidió el traslado de la familia a la capital.

Recuerdo cuando en un vetusto camión dejamos a nuestro querido San Miguel y emprendimos el viaje de ida sin regreso hacia San Salvador. Encontramos un mundo nuevo, desconocido y nos afincamos en la colonia Atlacatl. 

Ella se había delantado hacía un par de años, para entonces trabajaba en tres turnos escolares y los días sábados lo hacía en las campañas de alfabetización a las cuales consiguió que nos incorporaran con mis hermanos Merceditas y Lico. Como si eso fuera poco los domingos hacía tamales migueleños de manera que el departamento se transformaba en una tienda.

Yo recién salía del internado y ya me atrevía a jugar en las ligas federadas;algo me decía que con el bendito fútbol podía ayudar a la casa y nada me produjo mayor placer que hacerlo, sobre todo cuando a los 17 años me gradué de maestro de instrucción primaria.

Poco a poco la situación fue mejorando y de seleccionado juvenil bajo la dirección de don Hernán Carrasco, con más entusiasmo que fortuna comencé a jugar en 1965 en el Atlético Marte. Pero dos años después llegó al equipo mi ilustre maestro chileño y con ello mi suerte cambió pues alcancé la titularidad.

Así se incorporaron nuevos jugadores pues los militares que dirigían al equipo lo querían campeón. Llegaron los chilenos Ricardo Sepúlveda y José Sulantay, Alberto Villalta, el Ruso Quintanilla, Raúl Corcio Zavaleta, Edgar Patagorda Morales, Santiago Cortez Méndez y Raúl Araña Magaña. ¡Puras estrellas! De entrada le caí bien a Raúl y contrario a lo que podía haber pensado comencé a darme cuenta de su grandeza como ser humano.

Era mayor que yo y me convirtió en su escudero sin nombramiento. Por esos días y coincidiendo con las vacaciones escolares mi madre apareció con una nueva: viajaría a Guatemala a dejar mercadería consistente en toallas y zapatos y así ganarse unos quetzales. Yo me alarmé, pero le conté que tenía un nuevo compañero que vivía por allá, que era tan bueno que le permitían solamente venír a jugar y que le preguntaría si la podía hospedar mientras hacía su negocio. ¡Cómo me iba a decir Raúl que no, con esa benevolencia que tenía!.

Una madrugada fuimos a dejarla a la terminal con su carga y la encomendamos a Nuestro Señor. Le anoté el nombre completo de Raúl, su apodo y su dirección pero mi santa madre perdió el papel y se vio toda acongojada en la terminal guatemalteca. Entonces se le acercó a un taxista y le contó la historia, le dijo que no se acordaba del nombre de la persona y que solamente sabía que se trataba del mejor arquero de Centroamérica.

Con esa dato el taxista no tuvo inconvenientes para llevarla a la casa del arquero del Comunicaciones y de la selección guatemalteca, el sensacional Rodolfo Nixon García quien se mostró extrañado con la visita, pero de inmediato entendió la situación.“Usted va para la casa de Raúl Magaña, el es mi maestro”, expresó.

Siempre he pensando que en los porteros hay algo diferente a los demás jugadores, todos los que he conocido derrochan esa instancia humana que es la solidaridad y Nixon luego de atenderla e incluso invitarla a comer la fue a dejar donde vivía Raúl y su bella familia. 

Después aquello se convirtió en una leyenda y en una broma que Raúl le hacía a mi mamá. Hoy, que han pasado tantos años, que Nixon es entrenador y destacado periodista en su tierra, de mi vieja pluma han brotado estas líneas para enviarle un mensaje de gratitud.

Y aunque hace varios años que mi madre y Raúl se encuentran en el cielo, aquel gesto tan espontáneo del inmortal guatemalteco, vive presente en mi agradecimiento y en mis mejores recuerdos.