¿Qué pasó Carlos Cromeyer?

Fue un destacado basquetbolista nacional, cuya pasión por el deporte no tenía límites. Fue así como, tiempo después, se involucró en el deporte del automovilismo, donde también brilló

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Foto Por edhdep

Por Rafael Cárcamo | Twitter: @RafinhaEDH

2015-05-10 7:49:00

Su pasión por el deporte comenzó desde muy chico con el baloncesto, cuando cursaba sus estudios de educación básica en el Colegio Liceo Salvadoreño, institución que por  años ha sido cuna de grandes figuras del deporte nacional.

Carlos Ricardo Cromeyer no fue hombre de un solo deporte, pues en su primera etapa se dedicó por completo al baloncesto, vistiendo con orgullo los colores del Liceo Salvadoreño. Con el paso de los años también se dedicaría al automovilismo.

Con la institución marista tuvo el privilegio de protagonizar atractivos e interesantes duelos con otros centros educativos como el Colegio Don Bosco y el García Flamenco.

El cambio fue drástico desde encestar a desempeñarse como entrenador. Ricardo cuenta que  dejó el baloncesto porque ya estaba perdiendo los reflejos. Pero tenía en su haber una exitosa trayectoria como jugador y como entrenador, tanto que le llegaron a bautizar como el “Fabricante de Campeones”.

Pero su calidad como basquetbolista no se limitó solo a los equipos, pues además integró la Selección Nacional, algo que que no era nada fácil en esa época, por la alta cantidad de brillantes jugadores que existían a nivel nacional. Luego, pasó de ser un magnífico jugador de baloncesto para enrolarse en las pistas de carrera, en las que estuvo por ocho años, entre 1977 y 1985.

“Todo fue un sueño: donde vivía con mis padres, siendo un cipote, había un taller donde reparaban o modificaban motores ‘racing’ y escuchaba esos motores por las noches, cuando los estaban trabajando. Ahí nació mi sueño por correr”, recuerda Cromeyer.

Fue así como de pronto se vio  seducido por los autos y la velocidad. Transcurría el año  1977. Ese taller estaba ubicado en la colonia Flor Blanca, ahí reparaban vehículos NSU. “En realidad era un taller de motos, pero también reparaban carros”, recordó.

Así fue como optó por subirse a su primer Mazda RX 100, con el que participó de sus primera competencias en el Campeonato de Novatos, carrera que entonces se realizaban en la zona de Ciudad Merliot. En su primer año como piloto ganó el campeonato (1977) y al siguiente año pasó a correr en categoría Turismo de Series a nivel nacional y en Centroamérica, donde saldría campeón en 1978.

Un de las más memorables carreras en que compitió en 1978 fueron las “6 Horas de El Jabalí”, a la que llegaron diversos corredores de Estados Unidos, Canadá y C.A., “esa competencia la hice a bordo de un Mazda RX 100, arranqué las primeras dos horas, luego me siguió Cayetano Bettaglio y cerró otro gran compañero”, cuenta Cromeyer.

A nivel local tenía a rivales como Enrique Molins y  Carlos Benjamín González, con quienes disputaban en la misma categoría. “Eran los oponentes más complicados”, dice. En la región sus rivales siempre fueron Kiko Fonseca en Costa Rica, Pedro Cofiño en Guatemala y Henry Schwartz, en Panamá. Tras  ochos años en el automovilismo, Cromeyer optó por el retiro en 1985.

¿Qué hace?

Como todo deportista visionario, Carlos Cromeyer supo combinar su actividad en las canchas y en las pistas con los estudios, primero de bachillerato y luego universitarios, hasta convertirse en todo un profesional en el área económica.

Es así como se gradúa de licenciado en Economía en la Universidad de El Salvador (UES), con posgrado en la Universidad Internacional de las Américas. Un tiempo se dedica a la docencia en la UES; los años pasaron y se fue especializando en esta área hasta convertirse en un profesional altamente calificado.

Las puertas se le abrieron por otros rumbos y es así como en la actualidad se desempeña como profesor de Economía para posgrados en dos universidades de Costa Rica y además es conferencista internacional. 

Reside en el país hermano junto a su familia desde hace 15 años, pero  con relativa frecuencia suele visitar El Salvador, pues además de contar acá con familia cercana, es un hombre muy aferrado a su tierra y no descarta en el futuro volver y radicarse nuevamente en el país.

Afirma que, si bien vive fuera del país, está al pendiente de lo que acá sucede en todos los ámbitos, incluido el deporte.