Varios miembros del Comité Ejecutivo de la Fesfut dijeron desde enero, con firmeza, que había una postura clara en la Federación:Nuestro fútbol necesita un Coordinador de Selecciones Juveniles. Y se embarcaron en la misión de conseguir al mejor posible, a pesar de los problemas económicos que tienen. Comenzaron a sonar candidatos, la mayoría extranjeros. Sonó el mexicano-estadounidense Martín Vásquez, entre otros.
Todo caminaba bajo una lógica que muchos aplaudimos:Es que alguien debe planificar el trabajo de las categorías menores, y darle una lógica a nuestro fútbol desde la Sub 13 hasta la Sub 23, para que toda esa lógica culmine en la mejor Selecta Mayor posible. Es lo que los países referentes del fútbol hacen, en todas partes.
Es una conclusión lógica, tras años de ver a generaciones perdidas y procesos rotos. Pero… De repente, debido a la falta de presupuesto y ya con los torneos Sub 15 (invitacional) y Sub 23 a la vuelta de la esquina, la Fesfut decide apretar el paso, se contradice, no contrata al tal Coordinador y designa a Ramón Sánchez para la Preolímpica y a Edgar “Kiko” Henríquez para la “Chiqui-Selecta”.
Aclaro que soy el primero en desearle lo mejor a ambos técnicos, los dos salvadoreños y con ilusiones. Pero hay un problema de fondo:la Fesfut está repitiendo vicios de gestiones anteriores. Sánchez toma a la Sub 23 a finales de mayo, y el primer partido eliminatorio hacia Río 2016 lo tiene cerquita, el 11 de agosto. A correr. Los rivales del área se han preparado por más tiempo y mejor.
El ex Juventud Independiente pondrá lo mejor de su experiencia, pero tampoco es mago. A nadie nos sorprenderá que esta generación, una más, no logre llegar a los Juegos Olímpicos en suelo carioca. ¿Y luego? ¿Tokio 2020? ¿Le tendrán paciencia a Sánchez? No suma que Jorge Rajo, presidente de la Fesfut, dijera en la conferencia en que presentaron a Sánchez que “en el camino” podrían decidir si el profesor se convierte en el famoso Coordinador de Juveniles. ¿Eso es planificar, señores? ¿Eso es un rumbo claro?