Esta columna la escribí con tanto cariño el pasado 21 de mayo, sabía que el final estaba cerca pero siempre tenía un hálito de esperanza de que las cosas mejoraran.
Pero el Señor es quien decide y esta tarde decidió apagar el interruptor que mantenía viva su existencia. Y no quiero o no puedo patentizarle a la familia mi pesar, pues hace varios años en un acto que lo consideré de gala me nombró como su hijo número 11, por lo tanto soy parte de ella.
Y me sentí gratificado y orgulloso allá en su casa en la colonia IVU de su Morena Santa Ana cuando degustamos su famoso gallo en chicha.