¿Qué hizo?
Desde niña fue súper enérgica, soy la única mujer y tengo cuatro hermanos. Me gustaba mucho correr y caminar. (…) La situación de la guerra se estaba poniendo muy mal, vivíamos en Soyapango, así que mi mamá me fue a matricular hasta la escuela República de México, donde teníamos una cancha muy bonita”, cuenta con afán Ana Patricia Ramírez.
Es el relato de una chica que luego se convirtió en una apasionada por los deportes y practicó distintas disciplinas, teniendo éxito en todas. Se convirtió en una mujer profesional que logró ser campeona nacional y de la región.
Durante sus primeros pasos en el deporte, señala que practicó el sóftbol, gracias a su amiga Dora Alicia Romero. “Así comencé en los Estudiantiles y jugábamos en la cancha de la colonia Guatemala. (…) Conocí al entrenador del Atlético Nacional, de la Primera Categoría”, explica y añade que con los años pudo formar parte de las filas de esa escuadra.
Todo esto pasó desde 1979 y los primeros años de los ochenta. En esa época y gracias a su amiga, la conocieron con el sobrenombre de “Pato” y lo recuerda con mucha alegría. “Cada vez que ella se enojaba, me gritaba así, y ese fue mi sobrenombre en la escuela y en la canchas”. Además, también practicaba el atletismo.
Tras realizar su bachillerato y a los 21 años de edad, se casó; sin embargo, se divorció rápido. Como ella misma lo explica: “Mi matrimonio fue una fea experiencia, porque no toleré ser víctima de abuso y violencia doméstica”.
A la cima, en todo lo que tocó
Después, conoció al entrenador de fisicoculturismo, Carlos Ábrego, quien se ofreció quien la convenció para que lo practicara. “Yo tuve siempre un cuerpo muy simétrico y deportivo. Me dijo que me entrenaría y me encantó la idea. Fue pura casualidad. Claro, cuando Óscar Muñoz (de la Federación) me vio, no batalló para invitarme al primer evento y así comencé”, detalla.
“Esto fue entre 1991, con mira a los V Juegos C.A. Ya cargaba un hijo y trabajaba en Orisol como impulsadora, así que me escapaba. Pero se dieron cuenta y me dieron mi tiempo. Después, me dio trabajo la Adoc y podía ir a mis entrenos; pero cuando la fecha del evento se acercó, renuncié y mi mamá (María Ramírez) tenía un chalet, así que ahí hice un poco de negocio”.
A pesar de las dificultades de no tener apoyo económico y sin suplementos vitamínicos, en 1994 logró una medalla dorada en el Campeonato Nacional y en los V Juegos de San Salvador tres platas individuales; y, en grupo, un oro y otra plata. “Sufría mucho de calambres y fue muy duro. Yo pensé que iba a ganar una medalla de bronce, pero gané plata”, dice.
Participó en otros eventos nacionales y centroamericanos, siempre logrando buenos resultados. Esto pese a algunas malas experiencias que vivió, a nivel individual, “por envidias”.
Ramírez resumen que, tras los juegos, se retiró en 1996 porque nació su segundo hijo. Sin embargo, volvió un año después pero para competir en levantamiento de potencia y, posterior a eso, la motivaron al levantamiento de pesas. Sus logros la dejaron con medallas locales, plata en un C.A. en Guatemala (en potencia); campeona en un nacional Máster (pesas); y clasificó a un Panamericano, pero por falta de visa estadounidense no asistió.
“Después de seis meses, me llevaron a Grecia (donde conoció a su ahora esposo) a un Mundial y gané oro. Luego, fui a Toronto, donde gané y logré imponer un récord Panamericano (Máster), ahí en Canadá. Y también asistí a los Juegos Máster en Australia, donde me llevé plata”, detalla.
¿Qué hace?
La vida tenía previstas cosas nuevas para Patricia Ramírez. Tras su retiro, en octubre 2002, vino otro mundo con nuevos proyectos.
“Me quería trasladar a EE.UU. con mis dos hijos, pero Dios cambió mis planes y mi novio (su esposo Robert Carpenter) me propuso matrimonio. Fue en 2003”, rememora. Se movió así a Europa: “Con 38 años, llegando a Inglaterra, tuve que trabajar, estudiar y cuidar mi hogar. Ahora trabajo de cajera en un supermercado llamado ASDA, de la compañía amaricana Walmart”.
Pero su pasión por los deportes la mantuvo latente y distintos motivos la volvieron a incorporar a las pesas. Al principio, para entrenar “tenía que pagar y en ese entonces mis hijos eran prioridad”, por lo que no lo hizo. Con el tiempo, crecieron y tomaron sus caminos por separado, para estudiar e independizarse. Así, para no sentir la nostalgia de no verlos y ante una invitación que recibió de Valerio Fontanals, para participar en un Panamericano en Canadá, tomó la decisión de entrenarse.
“Me fui a un gimnasio local, donde solo tenían una barra olímpica, en febrero 2014, y la competencia era en junio. Pero no pude salir a tiempo para competir, pues la técnica la había perdido y sin todo lo necesario me fue imposible”, asegura.
“Pero en enero de 2015, cumplí mis 50 años y mi esposo me apoyó para el Campeonato Nacional Máster, con miras a clasificar al Europeo. Con mi técnica un poco mejor, llegué a la competencia -a pesar de una infección en la garganta- y gané medalla”, manifiesta. Logró, por un error en el peso, un oro; luego, sin ser menos, se le rectificó y ganó una medalla de plata.
“No estuvo mal, para el poco tiempo y en mi condición. Pero mejor, así me queda algo escondido para el Europeo y estoy trabajando en mi peso”, detalló. Sin duda, una mujer que seguirá cosechando triunfos, que es instructora de aeróbicos y que, en un futuro no lejano, acepta que podría ser entrenadora.
Ficha técnica
Nombre: Ana Patricia Ramírez de Carpenter.
Data: SS., 20/enero/1965.
Edad: 50 años.
Estado civil: Casada con Robert Carpenter.
Hijos: Josef Geovanny y Angel Alberto Díaz Ramírez.
Deportes: Sóftbol, Atletismo, Físicoculturismo, Levantamiento de Potencia y de Pesas.
Categorías: 52 kgs. y 58 kgs. en Físicoculturismo; 63 kgs. en Potencia; y 58 kgs. y 63 kgs en Lev. de Pesas.
Palmarés: Campeona nacional y C.A. Récord Panamericano Máster. Espiga Dorada como novata Físicoculturismo (1993).