En Usulután mi papá tenía un terreno y jugaba con mis amigos. A los 12 años fue mi primera participación federado en un equipo llamado El Rubí. El entrenador era un lustrador de zapatos, que tenía un gran corazón para trabajar con niños”. El recuerdo de Leonel Cárcamo Batres remonta a su querida Usulután y cómo empezó su prolífica carrera como jugador.
Ya en el fondo del área, se empezaba a destacar. Y pasó a Hacienda La Carrera (hoy sería Tercera categoría). “Ahí jugué dos años y se me reconocía con un salario de 35 colones por juego”, rememora.
En ese equipo fue compañero de Miguel Aguilar Obando, quien ya había jugado en Firpo, y luego pasó a dirigir a la Hacienda. “El me dio la chance de ir a jugar a Firpo. Me invitó a probarme con Julio Escobar, el entrenador pampero en ese entonces. Recuerdo que era en una cancha en la que no había grama”. Mucho no importó. Tras esa prueba, Escobar dio el OK, comenzó la pretemporada y ya no se iría de Firpo en más de 20 años.
Su único equipo como jugador en Primera fue Firpo, hoy casi imposible para los jugadores de la actualidad. “Fueron varios factores-explica Cárcamo-. Antes estaba el famoso “visto bueno” que un jugador no se podía ir tan fácil para otro equipo. Y Don Sergio (Torres) también fue un buen dirigente y no teníamos necesidad de ir a otro equipo porque el club estaba bien. Se manejaba de manera solvente. Era compacto y nos pagaban al día, nos trataban bien, el equipo tenía buenos jugadores”. Suena lógico, ¿para qué irse?
Entre sus grandes recuerdos pamperos figura, por supuesto, el primer título que consiguió con Firpo en 1988-89, el estreno de la historia de los Toros campeones. “Tuve la suerte de tirar el último penal en la serie contra Cojutepeque. Ese fue el comienzo de la grandeza de Firpo. Y la gente se empezó a motivar en Usulután. El público se entusiasmó y siguió invirtiendo en ese equipo tras ganar su primer campeonato”, cuenta.
La historia no se detendría allí: “Después logramos el tricampeonato consecutivo con un equipo de gran jerarquía. Estaban Giovanni Trigueros (pareja inseparable también en selección), Raúl Toro, Cienfuegos, Estrada, Menjívar, Díaz Arce, grandes figuras. Había premiaciones individuales y fui tres veces elegidos el mejor defensa de la Liga. Un orgullo”.
En esos tiempos, Firpo era el semillero de la Selecta. “Siempre íbamos convocados de ocho a doce jugadores de Firpo. Hasta la barra llevábamos (risas)”.
Su mejor época en la Selecta fue en las eliminatorias rumbo a Italia 90. “Estuvimos a punto de ir al Mundial de Italia 90, llegamos con grandes posibilidades de clasificar. Teníamos chances, pero fuimos a jugar a Jamaica y como que los menospreciamos y nos ganaron.
Habíamos hecho una buena campaña y se nos escapó en ese juego. Recuerdo que incluso con un empate teníamos chances de clasificarnos” recuerda hoy, todavía con bronca por aquel episodio.
Su gran carrera en Firpo y la Selecta tuvo un final abrupto recién pasados los 35 años. “Tuve una lesión de ruptura de ligamentos y se me hacía difícil entrenar en la semana, la pierna se me cansaba y sentía que no podía. Los dirigentes no querían que me retirara, pero en esa época ya estaba con el curso de entrenador clase C”.
Cárcamo Batres tenía bien claro que su futuro seguía ligado al fútbol…
¿Qué hace?
Tras el retiro, Cárcamo siguió ligado a Firpo. “El club me dio la oportunidad de prepararme como DT auxiliar de Milos Miljanic. Estuve siete años como auxiliar también con muchos otros técnicos, hasta que un día le dieron la oportunidad de ser entrenador principal, en 2005. El equipo no caminaba y le pidieron que se haga cargo “Era una oportunidad que quería aprovechar y lo hice. Clasificamos, eliminamos en semis a Municipal Limeño y jugamos la final con FAS. Lamentablemente quedamos subcampeones”, recuerda.
San Salvador, Alianza, Once Municipal y Santa Tecla en Segunda fueron otros de los equipos donde tuvo la oportunidad de dirigir como DT principal.
Hoy, se dedica al fútbol base. Está trabajando como coordinando de las escuelas de fútbol de la Alcaldía de Santa Tecla. “Tenemos un buen número de niños y muy talentosos. También equipos de fútbol femenino. Una de las proyecciones de Santa Tecla es impulsar el fútbol y apoyarlo para que sea un modelo del deporte”, explica. Y deja una sentencia: “Veo que hay gran futuro en nuestras escuelas y otras. Hay talento. Y ese trabajo no se debe perder por el bien del fútbol salvadoreño”.