Atacar para ganar

Jugar en casa metidos en el fondo ante un equipo de tan bajo nivel sería una vergüenza

descripción de la imagen

Nelson Bonilla de El Salvador patea al arco ante Chile, en el Estadio El Teniente de Rancagua.

/ Foto Por EFE

Por Manuel Cañadas | Twitter: @Memecanadas

2015-06-16 9:18:00

La Selecta se juega hoy un partido decisivo. Resulta impensable que pudieramos quedar fuera en las primeras de cambio ante un equipo sin mayores atestados. Nos jugamos además una instancia que podría incidir en el interés o el desinterés de la afición nacional en los próximos años, por todo aquello que tenga olor a nuestro fútbol profesional. Siempre que hemos quedado eliminados en una instancia de tal naturaleza ha llegado la apatía de la afición y si a eso le agregamos los resabios que se vienen arrastrando y el papel tan vergonzoso que hacen nuestros equipos en la Concachampions es como para irse a esconder.

Nuestras autoridades saben que si quedamos fuera, la competencia local se va a volver una cita para unos cuantos, que la poca, poquísma afición que va quedando va a desertar de los estadios.

Estamos en una encrucijada y ante un equipo como el de San Cristóbal y Nevis, solamente se impone ganar o ganar.

Hasta ahora la selección nacional que dirige Albert Roca ha tenido sus buenos momentos cuando le ha tocado defenderse, interpretando siempre el papel de evitar que le hagan goles. Es cierto que se ha jugado con cuadros de nivel superior y se ha impuesto el hecho de meterse en el fondo para evitar ser goleados. En síntesis los miembros de nuestro representativo se han acostumbrado a defenderse y al parecer es el único libreto que practican y que saben manejar.

Pero ahora la historia es diferente, se viene un rival de características inferiores que en el Cuscatlán debemos atacar a como dé lugar, propugnando sí por buscar un equilibrio, un punto medio entre la forma de ver, jugar y dirigir al fútbol. Los grandes equipos son aquellos que de alguna manera consiguen conjugar los dos factores: ofensivo y defensivo para llegar lo más cercano posible al equilibro.

Y está claro que no vamos a pretender que nuestro representativo sea una máquina obsesionada por el arco de enfrente, pero como equipo de cierto nivel podemos decantarnos por un sistema defensivo, sin renunciar tan cobardemente al ataque, especialmente ante un onceno como el que hoy nos visita, al cual debemos superar cuando nos toque asumir el rol defensivo y también saber cuando debemos atacar para provocar desconcierto en su área. Quienes estamos metidos en esto del fútbol esperamos que jugando en casa contra San Cristóbal y Nevis, cambie la tónica y pensemos que los goles son los que determinan el destino de un encuentro, por lo tanto hay que apretarlos arriba, en el arranque y si llegan a pasar no ofrecerles espacios en el fondo mediante la entrega, el sacrificio y la disciplina táctica.

Es cuando funcionan las postas y los relevos. Esta noche debemos hacer un partido diferente porque ellos carecen de cultura táctica y se mueven más por un entusiasmo donde subyace la conducción imprecisa en velocidad y las aventuras personales por las bandas.

Claro que tienen una manera más directa de llegar al arco rival y son los pelotazos aéreos, una fórmula que siempre nos ha complicado, por eso será necesario tener la pelota en el mediocampo, administrarla con criterio ofensivo para habilitar con eficacia a los hombres de avanzada, que esperamos sean más de uno y no con esa fórmula timorata con que fuimos en el juego de ida.

No bastará entonces con marcarlos porque se vienen una y otra vez con un ritmo constante; entonces habrá que enfriarlos, esconderles la pelota, imponer la pausa, el toque en rotación y las llegadas en contrataque.

De manera que si en el Caribe solamente fuimos defensa con un sistema tan conservador, es preciso que hoy nos acerquemos más al equilibrio, para optar a un triunfo que sería lógico y esperado.

En casa se debe jugar pues, de una manera en que predomine el afán por meter goles y no por evitarlos.