Bolivia le ha puesto ganas e ilusión al partido contra Chile, pero futbolísticamente ha estado muy pobre. También es cierto que el cambiar a tres jugadores en el once, buscando que no viesen una segunda amarilla que les hiciese perderse el duelo de cuartos de final, es una declaración de intenciones de cómo se afronta el partido, pero aún así en la primera media hora el equipo ha aguantado pese al 1-0 tempranero.
Al final han sido 5 los que se ha llevado, y ha sido el ejemplo de cómo una defensa agresiva, que persigue para quitar el balón, es menos efectiva que una posicional que mide sus esfuerzos. La selección boliviana ha querido robar siempre, han sido muy agresivos, mucha actitud, con persecuciones a los atacantes chilenos, y éstos son rápidos, ágiles y asociativos.
Un regalo para la Roja, que a raíz de esa defensa hiperactiva de los de Mauricio Soria ha encontrado espacios por todos lados, combinando, profundizando y llegando a zonas de remate constantemente. Chile juega a una velocidad diferente al resto, vuela, y quizás eso es lo más difícil de combinar en el fútbol: jugar rápido y preciso.
Contado así parece imparable, pero una defensa sólida, que controle los espacios de forma colectiva, yendo cada jugador al cruce cuando hace falta y siempre con la contundencia por bandera, le habría hecho más daño. Quizás eso se llame Uruguay, y puede que ese duelo tan rico tácticamente lo disfrutemos ya en la siguiente ronda, este sábado lo sabremos.
En definitiva, es curioso lo que suscitan los chilenos, que gustan más y son más candidatos al título fuera de su país que para sus propios aficionados, que sufren sus osadías y también están más acostumbrados a no ilusionarse de más, que ya vendrá Brasil. Y con la Verde empecé y con la Verde termino, porque su defensa y su sistema está, pues eso, verde para estos partidos.