Ambos se pertenecieron: el Chalatenango era don Gregorio y don Gregorio era el Chalatenango. Nunca se vio tanta entrega hacia el equipo morado, nunca se volverá a ver.
A veces esa relación se volvía dolorosa y lo impulsaba a pegar de gritos a la orilla de la cancha y hasta a lanzar improperios; era un amor sin condiciones, si ganaba era el hombre más feliz, pero si perdía no había quien lo pudiera alegrar.
En 1977 fue quien compró la categoría a un precio simbólico al Independiente de San Vicente, y en el 79 disfrutó del primer ascenso a la Liga Mayor. Le había neceado al general Carlos Humberto Romero para que construyera el estadio, que inicialmente se llamó El Sombrero y luego por derecho propio le pusieron su nombre, “Gregorio Martínez”; no podía ser de otra manera.
En ese recinto era donde realmente era feliz, llegaba religiosamente a los entrenos y los domingos ya no se diga para disfrutar o sufrir. Paralelamente iba perdiendo la vista pero no dejaba de apoyarlo.Así sufrió aquel descenso en 1990. El Chalate regresó en 2003, pero un año después tuvo una nueva debacle y don Goyo siempre ahí.
En 2004-05, Chalatenango compra la categoría del Coca-Cola y regresa al máximo circuito. En 2007 clasifica a semifinales en el primer lugar, pero fue eliminado por el Firpo. En 2008 alcanza nuevamente las semis y elimina al Águila para acceder a la gran final en donde empata 3 a 3 con el Metapán pero pierde en los penales. Muchos le oyeron decir a don Goyo que ya se podía morir tranquilo, que para él su equipo era el verdadero campeón. En 2009 la directiva desiste de seguirlo apoyando y vende la categoría al Limeño lo cual lo afecto en lo más profundo.
A finales de 2009 siempre en la Primera se crea otro equipo: Alacranes del Norte y se fusiona con el Nejapa pero tuvo efímera existencia. En el presente año la Liga anuncia el incremento de equipos a 12 y el Chalate se inscribe a cambio de 100 mil dólares. Don Goyo se sintió feliz y se preparó para un nueva peregrinaje y seguirlo aunque sin verlo, con su radio pegado al oído.
Pero el llamado del Altísimo lo interrumpió y el domingo sucedió lo inevitable. Tal como lo pidió, su féretro fue llevado ayer al estadio, donde el cortejo fúnebre dio la vuelta completa, luego en el centro de la cancha se unieron en oración familiares y amigos, para después ser llevado al cementerio donde este “Duro del Norte” tendrá su descanso eterno. ¡Paz a sus retos!