Antes de comenzar, he de decir que esta columna estaba pensada para salir el pasado lunes, pero para que no me tildaran de “troll” político o me mentaran a mi amada madre, que nada tiene que ver en estos “berenjenales” en los que me meto, la postergué para este día. Perdón a usted, por hacerle perder su valioso tiempo.
Pasadas ya las elecciones, hoy llegó el tiempo de empezar a cumplir las promesas que le hicieron al deporte durante la campaña. Le tomo la palabra a usted, que ofreció un millón de dólares para remodelar su mítico estadio. Le tomo la palabra a usted, que nos inundó de “apoyos” de deportistas que, incluso, no votaron en el municipio por el que compitió.
Le tomo la palabra a usted, que salió rodeado de jóvenes deportistas, en una cancha de su comunidad. Le tomo la palabra a usted, que prometió remodelar el complejo deportivo de su ciudad porque “se lo merece” o para que esté mejor hoy. El deporte, como ustedes sabiamente lo advirtieron en la campaña, necesita de su apoyo para dejar de languidecer como lo está haciendo.
El deporte dejó, ya ratos, de necesitar palabras hipócritas, demagógicas y urge de un apoyo verdadero desde sus nuevos puestos para que resurja. Ya no necesita el deporte de promesas vacías solo para conseguir un voto.
Esta es su oportunidad de darle al deporte la importancia como factor social de prevención. Esta es la oportunidad de cumplir. Lo contrario, es más de lo mismo.