Carlos Alarcón: El judo, su sueño y su frustración

Participó en los Olímpicos de Londres 2012, en Panamericanos 2007 y 2011, por falta de apoyo se retiró. Está clasificado para Toronto 2015, pero ve lejos asistir por las mismas circunstancias desfavorables con la federación y el INDES

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Carlos Alarcón junto a su esposa Ana Saraí, quien en abril dará a luz a Carlitos. Foto EDH

Por Raúl Recinos | Twitter: @raulonlon10

2015-03-01 6:07:00

Carlos Alarcón es un judoca que se retiró en 2014 de la alta competencia, la falta de apoyo y la beca de $235 que recibía por ser un atleta de elite se retrasaba. Al ver estos impedimentos administrativos para seguir compitiendo con la bandera de El Salvador, buscó un trabajo y encontró uno como supervisor de inventarios en Philip Morris, pensando en que en abril próximo será padre.

De hecho, todavía con el judo como su principal ocupación, buscó un empleo para poder conseguir dinero para su alimentación, ayudar en su casa y costearse todos los gastos que le representaba ir a entrenar y tener una vida como un atleta.

Su primer trabajo, tras muchos años de solo ser un deportista, fue en Aeroflash, empresa que le abrió las puertas, le dio alguna experiencia, pero su principal labor era estar ante una computadora, lo que terminó en ocupar una plaza como motorista. Fueron días duros para Carlos, puesto que su mente seguía pensando en entrenar judo para competir. Empezó sacando una ingeniería, pero terminó con un técnico, luego obtuvo cursos en bases de datos y no estaba dispuesto a estar manejando ningún tipo de vehículo.

“(Estoy) más calmado, creo yo porque la vida de un deportista nunca va a ser tan tranquila porque no solo se puede pensar en entrenar, sino que hay que pensar también en la vida que es fuera del deporte”, reflexiona Alarcón, quien se siente más estable con su empleo, el cual le da para mantener su hogar y ahorrar, pensar en el futuro de Carlitos, su hijo.

Alarcón tomó una de sus decisiones más difíciles a mediados de 2014, justo cuando se iba a celebrar la Copa del Mundo de judo en San Salvador. La poca preparación, falta de fogueos y mensualidad atrasada lo desmotivaron y decidió no participar: “Tomé la decisión que antes de la Copa del Mundo me iba a retirar porque no había estado entrenando bien y llegar a una competencia así lo que uno puede llegar a hacer es, quizás no el ridículo, pero quien quita fracturarse y hacerse una lesión grave, entonces era para mí más factible retirarme y dejar las cosas así”, dijo.

Desde la federación y su mismo entrenador querían que participara porque “no estaba la Karla (Catota) ni Diego (Turcios), pero sin preparación era ilógico y ahí tomé la decisión de retirarme”, añade.

Pero el apoyo se fue mucho antes de que Carlos Alarcón decidiera retirarse antes de los 30 años. Después de los resultados que obtuvo en los Juegos Olímpicos de Londres (66 kg y eliminado en la primera fase), decidió pasarse a la categoría de los 77 kilogramos. Entrenó en esa categoría, siempre con mucho sacrificio porque la plata seguía sin llegar de parte de la federación, y logró medalla de oro en los Juegos Centroamericanos en Costa Rica. Ese fue el primer paso en el ciclo olímpico para el judo salvadoreño camino a Río 2016.

A pesar de que los resultados se daban, Carlos seguía con el impase de su beca deportiva. Incluso, el ahora exatleta considera que por ser de elite, la cantidad de dinero tenía que aumentar a casi el doble: “A mí creo que me tocaban como $700, pero no sé si no mandaron los papeles a tiempo o qué”, cifra que nunca llegó a cobrar.

Campeón en los Centroamericanos de San José y a inicios de 2014 participó en el clasificatorio de Barbados para asistir a los Juegos de Veracruz, competencia a la que no asistió por las mismas razones: “Si la ayuda no llega, cómo puede hacer uno para venir a entrenar si aquí el tiempo no da para estar estudiando, trabajando y viniendo a entrenar, es mentira”, cuenta.

También reflexiona sobre lo que ha alcanzado, pero que no tuvo la oportunidad de cumplir: “Aquí las cosas uno se las gana por méritos propios, como dicen. Pero el problema es que si uno hace algo que no le parezca al federativo, al INDES o al Comité Olímpico (COES), llámese cualquiera, le quitan, dicen ‘no’, como castigo, no importa que uno tenga mejores resultados que otros, se lo quitan. Para el Mundial de Brasil yo era el que tenía que haber ido porque estaba mejor en todo el país, yo era el que más torneos había ganado y sencillamente me dijeron: ‘mirá, van a ir los jóvenes porque hay que darles fogueos'”.

Otro de sus sueños frustrados será ir a los Panamericanos de Toronto 2015, competencia a la que también puede asistir porque está clasificado, no es por invitación. Para Alarcón, estos eran los juegos en los que se colgaría una medalla porque en Río 2007 se ubicó séptimo y en Guadalajara 2011 terminó quinto lugar.

Pero la que califica como una experiencia “única” fueron los Olímpicos de Londres: “Llegar a un torneo tan grande y ver gente tan grande no solo de judo, también de otros deportes. Ver atletas de NBA, de fútbol de todas las ligas, de deportes que a mí me gustan como el atletismo, vi a Usain Bolt, gente de voleibol de los países que uno no puede ver aquí. Creo que fue único. Yo llegué a los Olímpicos y la gente lo mira a uno como un medallista olímpico, te piden autógrafos, fotos y hay un trato especial para uno en toda la ciudad de Londres”, confiesa.

¿De entrenador?

Todavía sin una decisión en firme a pesar de que en lugar de recibir los $700 de beca, les redujeron los $235, decidió ir a Estados Unidos a entrenar, sintió la diferencia y siguió compitiendo. El presidente de la federación de Costa Rica, cuenta Alarcón, se comunicó con su homólogo salvadoreño (Luis Chévez), sobre la intención de llevar a Carlos Alarcón como entrenador de los ticos.

El judoca se sentía capaz de enseñar porque había asistido a varias capacitaciones técnicas por ser uno de los mejores atletas, pero se encontró con la sorpresa de que Chévez no estaba de acuerdo con su partida. “El presidente de aquí dijo que no le parecía porque yo todavía era atleta, pero no me consideraba un atleta, no me daba lo que yo necesitaba como atleta”, recuerda.

Carlos Alarcón sentía que lo estaban irrespetando en la federación y eso iba en contra de los mismos principios que les enseñan en el deporte y eso aceleró su retirada del deporte como profesional.

Difícil alejarse

Después de apartarse de la alta competencia, y tras salir de su trabajo, Carlos siempre lleva en su mochila su Judogi para entrenar en una de las escuelas que se encuentran en el Palacio de los Deportes. Ayuda a uno de sus mentores desde niño, siempre en la preparación de jóvenes. Es imposible que no vaya a entrenar por lo menos tres veces cada semana. “Es difícil dejarlo después de 22 años de practicarlo”, asegura.

Realiza los inventarios en diferentes tiendas del centro de San Salvador, y envía los informes desde su casa. Tiene una vida normal en ese aspecto. Además, agrega que tiene un jefe que se portó bien desde el principio. Está “al 100 % de la felicidad”, asegura, esto porque trabaja las horas necesarias, tiene tiempo para su familia, pero, sobre todo, porque para cumplir todos sus objetivos recibe un salario al día y tiene los beneficios de todo trabajador.

Además, tiene el apoyo de Ana Saraí Rodríguez Palma, su compañera de vida, con quien ya tiene poco más de medio año de vivir juntos y la madre de su primer hijo. “Mi esposa me dice que el día que me ofrezcan algo bueno y me quiero regresar, no se va a oponer”, dice. Aparte, Ana Saraí tiene en mente que Carlitos puede tener la esperanza de ver a su padre competir por el país.

Entre los sueños de Carlos estuvo siempre como primordial representar bien al país, entregarle medallas y reconocimiento internacional por medio del judo. Pero eso se fue frustrando por todos los inconvenientes que se dieron en la parte económica con la federación. Confía que frecuentemente le preguntan otros atletas y conocidos cuándo regresará, pero lo ve lejos si no hay apoyo de las instancias correspondientes.

“Nunca es bueno decir que cierro las puertas. Si se diera la oportunidad de ir a unos juegos Panamericanos… siempre tuve el sueño de ganar una medalla en unos Panamericanos y no estamos en inferioridad en nada. Lo único diferente que tenemos es, quizás, ciertas ideas para poder desarrollar una buena selección”, detalla.

Alarcón confió que no miraba lejos participar en Toronto porque considera que hay bastante tiempo para prepararse (los juegos son en noviembre), pero no está dispuesto a dejar su trabajo estable sin tener una garantía de parte de la federación, Indes o COES de que el apoyo estará mes a mes para dedicarse a entrenar.