“El Indio” Gerónimo

¿Qué pasó con...? Figura de la lucha libre profesional desde finales de los ochenta, cuando fue campeón C.A.: Recordamos la historia de José Pedro Valladares.

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Pedro Valladares muestra con orgullo fotos de su carrera como Indio Gerónimo. Ahora tiene 67 años. Foto EDH

Por Carlos López Vides | Twitter: @celvides

2015-03-08 6:30:00

No hay edad para enamorarse perdidamente de un deporte. Le pasó a Pedro Valladares. Trabajaba en un laboratorio farmacéutico, tenía ya 37 años, esposa, tres hijos, y había jugado fútbol como arquero en el Izalco FC, del Ascenso. Y entonces apareció la lucha libre profesional, que se convirtió en la gran pasión de su vida. 

“Yo de cipote había tenido pleitos callejeros, como a los 9 años todavía sentía ese resentimiento, que me habían flagelado de pequeño. Me metí a entrenar, y el Comanche Lima I, luchador, me dijo que me podía enseñar defensa personal. Ahí entré”, recuerda.

“En Santa Tecla comencé a entrenar en una lona, en una casa ahí por el Club de Leones. Estuve como año y medio, hasta que viví mi primera pelea, en 1987, en Nueva Concepción, Chalatenango, frente a un público enorme. Ahí me presentaron como Indio Gerónimo. Gané la pelea”, dice con emoción.

El sobrenombre, traído del famoso líder de los apaches de Estados Unidos, se lo puso un luchador famoso de la Arena Metropolitana, “The Robin”. Eran épocas doradas para la lucha, que había cosechado un gran público entre los sesenta y setenta, y que en los ochenta todavía estaba en gran apogeo.

“Al país vino la Capital Sports Production, que estaba instalada en la Arena Santa Anita. Ahí comencé a luchar más, yo ya vivía de eso, de entrenar y pelear. Pasaban los combates por canal 4, salíamos en los diarios. Yo en una semana hacía unos 400 colones, que en ese entonces era buen dinero”, relata Valladares. 

“El Indio” era de los técnicos, siempre nobles en las batallas contra los rudos, llamados a hacer trampas y a la cobardía. Formó parte de programas ante miles de personas, no solo en arenas de San Salvador, sino también en Chalatenango, Santa Ana, San Miguel, e incluso Guatemala y Honduras. Fue campeón de C.A. 

Hubo momentos dulces, pero también uno de terror que vivió en Honduras. 

“Peleé contra el Halcón Choluteco ante su gente, en Choluteca. Logré ganarle y después me fui al camerino. La gente me esperaba. Ahí sí sentí miedo. Tuve que salir por otro lado, con gente de la seguridad”, rememora. 

Valladares vivió triunfos inolvidables, la dislocación de su codo izquierdo, le quebraron una silla de madera en la cabeza (ver foto), humilló a rivales al ganarles la máscara o la cabellera, y perdió también su pelo (le ganó una revancha “el Internacional”, de Honduras). Vivió la lucha con intensidad, hasta que este deporte salió de la agenda mediática y comenzó a decaer. Hoy, “el Indio” recuerda con nostalgia aquellos días de gloria. Y sigue luchando…

¿Qué hace?

Cuando la lucha aún no entraba a su vida, Pedro trabajaba en un laboratorio farmacéutico, en Santa Tecla. “El dueño me dijo que si quería seguir estudiando me ayudaba, porque yo solo había hecho hasta tercer grado. Pero desaproveché la oportunidad, porque pensé que me iba a tardar como ocho años en lograr la carrera que yo quería, y ya estaba algo sazón”, acepta hoy Valladares.

Luego llegó la lucha, que se convirtió en su fuente de ingreso por unos 12 años; pero después, cuando este fenómeno deportivo decayó, vinieron los problemas económicos. 

Ahí, Valladares se agarró de los oficios que había aprendido de joven, y desde entonces se dedica a trabajar en servicios como fontanería, albañilería, soldadura y demás. Para contactarlo, don Pedro pone a la orden su número de celular: 7413-2216.

“Estoy bastante preocupado, porque en los últimos días no ha salido mucho trabajo”, confiesa. ¿Y todavía sigue luchando, a pesar de su edad? Ya no responde Valladares, sino “el Indio”: “De vez en cuando sale alguna luchita por ahí, y voy. Hace ocho meses tuve una. A veces nos buscan y si nos salen las cuentas, vamos. Pero nos tienen que quedar unos 35 dólares por lo menos, a cada luchador…”.