Familiares, amigos cercanos y excompañeros del fútbol dieron ayer el último adiós a don Gregorio Bundio Núñez, exjugador y técnico de origen argentino que clasificó a la selección salvadoreña de fútbol al Mundial de México 1970.
Desde este domingo por la mañana, los restos de “Goyo” Bundio fueron velados en la funeraria María Auxiliadora, en San Salvador. Ahí se congregó también su familia en el deporte, que lo recuerda gratamente por todas sus enseñanzas.
Uno que lo considera como su padre es su expupilo Tomás “el Flaco” Pineda, quien disputara aquel Mundial en suelo mexicano y participara de la histórica clasificación.
“Él (Bundio) fue mi técnico desde que tenía 8 años en el baby fútbol. Yo me acuerdo que, cuando llegué a la UES y él era el técnico, me ayudó en todos los consejos porque había perdido a mi padre hacía poco. Entonces para mí fue un papá que me ayudó a salir adelante deportivamente”, recuerda el exfutbolista.
El legado de Bundio trascendió más allá de las generaciones. Lo deja claro Norberto “el Pájaro” Huezo, quien formó esa segunda generación de salvadoreños mundialistas en la copa de España 1982.
“Aparte de ser un hombre muy jovial, lo que logró con el primer Mundial para El Salvador deja un gran legado y hay que recordarlo como uno de los hombres que ha escrito la historia en este país”, comentó el exvolante de Atlético Marte, FAS y la Selecta.
Otros, como Mauricio “el Pachín” González, admiten claramente la influencia de Bundio en su forma de ver el fútbol y de formar a los nuevos futbolistas.
“Lo que ‘Goyo’ nos enseñó a nosotros está latente en lo que hacemos cuando estamos formando niños, sin necesidad de hablar. Está en nosotros ese mismo sistema y esa forma de enseñar”, dijo González, hermano de Jorge “el Mágico” y docente en la Fundación Mágico González (Fundamágico).
Los restos de don Gregorio Bundio ahora descansan en el cementerio “Jardines del Recuerdo” de San Salvador, la capital del país donde también yace su generoso legado.