Después de cuatro meses de inactividad, la Selección nacional entrará de nuevo a un campo de fútbol para arrancar un año, cuando menos, interesante. Los compromisos de la Copa Oro, el arranque de las eliminatorias para el Mundial y los clasificatorios hacia los Juegos Olímpicos hacen del 2015 un año clave para el fútbol salvadoreño.
La realidad de nuestro fútbol nos coloca en la obligada posición de comenzar el camino muy lejos del lugar de destino. Pero la realidad y la expectativa son cosas muy diferentes. Como la percepción y la realidad. La expectativa está marcada por la meta, el objetivo. La percepción es la sensación que creemos es la Selección.
Podemos modificar la expectativa, reducir la ambición y cambiar el objetivo. Es posible que las sensaciones internas que deja como resultado nuestra Selección y nuestro fútbol, cambien. Que sea otra la forma de conocer nuestro fútbol. Pero la realidad es lo que queda como resultado de un partido. Eso se convierte rápidamente en historia, pero no se procesa consecuentemente para modificar la percepción. Sigue dominando la historia que nos conviene para que la percepción sobre nuestro fútbol permanezca en aquella realidad de hace tres décadas. Un lugar lejano a la actualidad. Creemos que la Selección y nuestro fútbol deben ser más de lo que son. La historia de dos Mundiales nos dejó con esa idea de nuestro fútbol y nos hemos aferrado a ello sin hacer nada para enfrentar la realidad.
La actualidad tendrá a la Selecta en Washington ante la selección subcampeona del Mundo, Argentina. En ella, el mejor jugador del mundo Lionel Messi. El Balón de Oro es un premio que algunas veces coincide con Messi, comparable sólo con los grandes de la historia. De esas leyendas, sólo Maradona enfrentó con su selección a El Salvador. Argentina está muy lejos de la Selecta y sin embargo, temo que la expectativa de algunos espera que la selección compita a la par de ese equipo y en función de esto se cuestionará el proceso. Si sucede, sería algo superior a la expectiva y en consecuencia, sorprendente.
Después del trauma de los amaños, la ausencia de casi un año de los campos, habrá que reconocer que El Salvador jamás había tenido diez meses de actividad ante rivales de gran jerarquía como los ha tenido desde mayo pasado. Costa de Marfil es el actual campeón africano, España era campeón del mundo cuando enfrentó a la Selecta. Después llegaron los amistosos en Nueva York ante la poderosa selección colombiana y el rejuvenecido equipo de Ecuador. Este sábado ante Messi y sus amigos: Argentina.
No es negociable la entrega, el compromiso, el esfuerzo. No ver ninguna de estas variables durante los noventa minutos del partido de este sábado, sí es discutible. No está en debate que el partido difícilmente aporte para algo más que no sea la tolerancia al sufrimiento de los seleccionados. Para la afición es una nueva muestra para ajustar la percepción en relación a la realidad. No debe modificarse la ambición pero sí las acciones para que alcancemos nuestra expectativa.