La alta temperatura calentó, pero el frio en las gradas, donde esta vez no se escuchó la música de los bombos, más el empate que logró salvar Juventud Independiente, terminó congelando a Dragón, que perdonó y pagó caro.
La mentalidad de los migueleños fue de salir a proponer. En los primeros diez minutos tuvieron tres aproximaciones a la portería del meta opicano, Julio Martínez, en donde en una de ellas se sintió el aroma de gol, cuando un cabezazo de Sean Fraser se fue a un lado de la portería rozando el segundo poste.
Llegadas con las que se mantuvo un leve dominio de parte de los mitológicos sobre la visita, que difícilmente pasaba la media cancha, porque no había una conexión entre los mediocampistas.
Dragón siguió llegando, con un juego abierto por las bandas, buscando la profundidad de esos sectores para ganar alguna centralización.
Después del minuto doce fue que apareció Herbert Sosa, con individualidades le permitió al Juventud oxigenar su zona baja y tener algunas llegadas sobre la meta de los locales, aunque sin ninguna claridad para anotar.
Pero esto sirvió para que el partido tomara un trámite parejo, con dinámica, pero con escazas ocasiones a gol, lo que mantuvo un partido escaso de emociones y con muchos bostezos.
Con el correr del tiempo, por culpa también de la alta temperatura, muchos jugadores se les vio trotando, casi caminando o solamente parados esperando hacer algo, a través del error del rival.
Eso incomodó a los pocos aficionados que exigían más sacrificio a sus jugadores, para cerrar el primer tiempo con un ventaja en el marcador.
De parte de los técnicos, las instrucciones eran las mismas: tratar de tener más control de balón, sin caer en el pelotazo.
Al no tener eso resultados esperados fue que el DT de Opico, Ramón Sánchez, modificó su esquema y sustituyo al juvenil Barahona, para enviar a Irving Valdez y que acompañara a Rugamas, en el ataque.
Del lado mitológico hubo cierta reacción, para cerrar el primer tiempo encimando sobre el Juventud, pero solo lo hicieron con algunos tiros y disparos deviados, que no hicieron más que solo incomodar.
El abucheo de la afición definió muy bien que aunque hubo algunos chispazos de querer anotar, no gustó el desenvolvimiento de ambos equipos. Estos mismos fueron los que exigieron un mejor segundo tiempo, con más obligación para el equipo local, que estuvo a punto de complacer a sus seguidores, a los 46’, pero Rommel Mejía no pudo definir frente a la portería, tras el pase de Fraser.
Dos minutos después, en un contragolpe que dirigió Rodas, habilitó Mejía quien terminó pasando a Aurelio Vásquez, para que este terminara sacando un disparo raso que contuvo el meta Martínez, sin problemas.
Dragón estaba iniciando con un poco de más explosividad que como había cerrado el primer tiempo, pero al no aprovechar estas oportunidades, en el cuerpo técnico se generaba cierta desesperación, por alguna sorpresa que Juventud podría generar, con esas llegadas esporádicas.
Dragón siguió llegando y sumando oportunidades desperdiciadas. Además de acumular una jugada polémica, donde Rommel Mejía anticipó en el achique al meta Martínez y al zaga Marshall, de quien se percibió que había sujetado al delantero mitológico dentro del área, pero ni el línea 2, Elizabeth Aguilar, y el central, Elmer Bonilla sancionaron nada.
Sin embargo, por tanto sacrificio, por la propuesta de Dragón, tuvo su recompensa cuando Rommel Mejía terminó ganando una pelota a Domínguez, para irse sobre la meta visitante, a la que venció con un toque raso, sobre el 76’.
Dragón encontró la alegría con este gol, pero poco tiempo pudieron con esta ventaja, pues al 82’, el colombiano Juan Díaz, de cabeza, logró anotar la paridad en el marcador. Y lo que había sido celebración pasó a ser castigo para los migueleños, en quienes se recordará las muchas oportunidades que dejaron escapar para ganar este partido, con el que Juventud iguala en puntos a Metapán, en el líderato.
Herbert Sosa se fue expulsado, con roja directa, después de haber protestado una amonestación, después de haberse golpeado con un rival. Pero con el tiempo casi expirado, no hubo ya nada más.