COSTA DEL SOL. La vacación y el horario tempranero valieron para que la afición llegara este lunes el estadio y apoyara a la selecta. A a diferencia de la fecha uno, en que el estadio quedó en un porcentaje casi lleno, el domingo pintó parecido.
Desde tempranas horas, y tal y como aparenta sucederá en todo el torneo, el mercado negro siguió haciendo su fiesta. Los boletos a precios más altos de lo normal, vendiéndose en las afueras del estadio playero, aparecieron con toda normalidad. Algunos se detenían a preguntar el costo, pero seguían de largo.
Para los primeros encuentros, el público era escaso. El choque de los chapines ante los canaleros se jugó casi en familia. No varió mucho para el segundo duelo, ni para el encuentro de México con Guadalupe. La nota, en este juego, la puso como era de esperarse la silbatina para “el Tri”. Desde su himno nacional, hasta cada jugada, aplaudiendo siempre a los caribeños.
Las camisetas azules aparecieron a cuenta gotas, colmando de a poco el estadio. Un par de banderas fueron colocadas en los sectores populares, mientras el calor hacía lo propio y tapaba a algunos de sus dueños.
A medida el sol bajó y llegó el juego de los “guerreros”, los salvadoreños aumentaron la cuota presencial en los graderíos. Y aunque al principio no parecía que sería lo esperado, la cosa cambió a la hora del juego salvadoreño.
La afición azul se animó así a sudar, a dar buenas vibras, a gozar con la Playera y pusieron todo el apoyo y la fe para los “cangrejitos”, esos que siguen tras un sueño y que no pararán por buscar un lugar en el Mundial, para un pueblo al que respetan y quieren de todo corazón.