El Atlético campeón del mundo cumple 40 años

El Atlético de Madrid ganó la Copa Intercontinental en 1975. 

descripción de la imagen

En la historia reciente, en mayo 2013, el Atlético campeón de la Copa del Rey. 
 

/ Foto Por edhdep

Por EFE | @EDHdeportes

2015-04-10 8:23:00

MADRID. El Atlético de Madrid, ganador de la Copa Intercontinental en 1975, recordó hoy a través de la voz de veteranos como Adelardo Rodríguez o José Eulogio Gárate los 40 años de la final ganada al Independiente de Avellaneda argentino que le convirtió el campeón del mundo futbolístico. 
Cuatro décadas se cumplen de aquel 10 de abril de 1975, en el cual un Atlético que venía del drama de Heysel (Bruselas), de la ‘casi’ Copa de Europa perdida contra el Bayern de Múnich, terminaba festejando el título intercontinental que la renuncia del conjunto bávaro le había permitido disputar. 
“El título era campeón del Mundo. La verdad es que nos merecimos ir como campeones de Europa, pero las circunstancias de la ida, el partido con el Bayern de Múnich nos fastidió. Luego se nos presentó la ocasión de defender a Europa en la final y creo que el premio fue bastante merecido”, explicó hoy en un vídeo del club Adelardo, baluarte de aquel equipo y ahora presidente de la Fundación del Atlético. 
La temporada que condujo al éxito intercontinental no había sido precisamente de rosas para el conjunto rojiblanco. A la decepción de Bruselas, el zapatazo del defensor alemán Georg Schwarzenbeck que supuso el empate al tanto de Luis Aragonés, y el derrumbe anímico en el desempate (4-0); se había sumado un mal inicio del año del conjunto rojiblanco. 
El conjunto que dirigía el argentino Juan Carlos ‘Toto’ Lorenzo arrancaba con mal pie el curso con derrotas en Elche ante el Real Madrid en el Bernabéu y contra el Athletic de Bilbao en San Mamés. Poco después, quedaba eliminado de la Copa de la UEFA por el Derby County inglés, en una tanda de penaltis en el Calderón dilucidada por 6-7 para los británicos después de dos duelos con resultado 2-2. 
La reacción de la directiva, encabezada entonces por Vicente Calderon, fue dar la alternativa en el banco a uno de los emblemas sobre el césped del equipo: Luis Aragonés. ‘Zapatones’ pasaba del tapete a la caseta casi sin solución de continuidad. 
“Todos pensábamos que Luis tenía don de entrenador, tenía un aire especial. La personalidad que tenía Luis era muy importante. Sé que un día llegó al estadio el presidente, le dijo que si podía coger el equipo y ser el entrenador él. Se quedó un poco extrañado, pero nosotros al contrario; porque, como todo en la vida, va pasando el tiempo, y ya estábamos un poco mayores”, recuerda Adelardo. 
El que luego fuera llamado ‘Sabio de Hortaleza’, con un largo recorrido en tantos banquillos, y artífice del estilo de juego que le dio a la selección española dos Eurocopas y un Mundial, tuvo muy claro que el cambio de posición requería también un cambio de tratamiento. Y así se lo hizo ver a sus excompañeros. 
“La anécdota es que le animamos, y le dijimos: ‘Bueno, hasta mañana’. Al día siguiente cuando entró en la caseta ya venía con otra cara. Ya no éramos Luis, Gárate, Ufarte, Adelardo, no. Era el entrenador y sus pupilos. El día anterior estábamos hablando de tú, pero al día siguiente él se dirigió a nosotros de usted”, rememora el exjugador rojiblanco. 
“Bueno, como verán ustedes soy el nuevo entrenador del club y a mí me tienen como entrenador, esperemos conseguir títulos”, fueron las primeras palabras de Aragonés como técnico del Atlético, según el recuerdo de Adelardo. 
El Atlético disputó el primer encuentro de la Copa Intercontinental en el estadio Libertadores de América, un estadio repleto, conocido como la ‘Doble Visera’, situado en el partido bonaerense de Avellaneda. 
El Independiente de Avellaneda, el ‘Rojo’ como le conocen sus hinchas, era un equipo temible por su dureza, pero no exento de futbolistas de calidad, en su era dorada con cuatro Copas Libertadores consecutivas (1972, 1973, 1974 y 1975) y que había ganado la anterior Intercontinental, al Juventus de Turín. 
“Teníamos enfrente un equipo muy difícil, muy duro, como era Independiente, pero que tenía también figuras. Recuerdo que me tocó bailar con la más fea: el interior izquierdo que era (Ricardo Enrique) Bochini, un jugador impresionante. Había que ir con sotana jugando para que no te hiciera un túnel. Yo estaba detrás de él, no le dejaba ni respirar. Y recuerdo que en una de esas me dijo: ‘Ché pibe, andate, déjame un ratito'”, rememoró Adelardo.