¿Qué pasó con Estefanía Ramirios?

Una destacada tenismesista que comenzó a representar al país a los 11 años, pero que se retiró muy joven y ahora vive en Puerto Rico

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Foto Por edhdep

Por César Najarro | Twitter: @cjnajarro

2015-04-12 7:55:00

Con una personalidad y entrega que llamaba la atención, desde muy niña, Estefanía Ramirios comenzó a destacar en el tenis de mesa nacional.

Más de alguna vez lloró de cólera por perder algún partido con 12 años. Su historia es una de superación a través del deporte y la lucha. Fue el tenis de mesa el que le abrió las puertas para viajar.

Su amor por el deporte era casi innato. Jugaba fútbol, kickball, pero nunca había entrenado de manera formal ningún deporte. Solo los practicaba en la Escuela España, allá por la Universidad Nacional.

Tenía unos diez años cuando conoció el tenis de mesa por su hermana. “Las grandes acaparaban las mesas de tenis y entonces casi siempre llegaba tarde a clases porque me quedaba jugando tras el recreo”, recuerda.

La joven poco a poco comenzó a enamorarse de este deporte. Y una instructora de la escuela le hizo unas pruebas y luego la llevó al Liceo Getsemaní, adonde el esposo se ponía a practicar ya con más nivel. Ahí, Estefanía tuvo que viajar dos veces por semana. “Mi mamá trabajaba mucho, hizo un sacrificio por mandarme con mi hermana mayor (tenía 10 años y su hermana, 12)”.

Este grupo selecto no entrenaba en la federación, pero sí jugaban algunos torneos federados. Y ya cuando cumplió los 11 años, comenzó a jugar y entrenar en la federación, y comenzó a salir del país. 

“Nunca había viajado, siempre estuve en mi casa. Ese fue el principio del sueño de estudiar afuera, de hacer lo imposible, viajar, de hacer cosas que el nivel económico de mi familia no hacía posible”, recuerda. 

Estefanía comenzó a despuntar de gran forma, y se coronó campeona en dobles mixtos de los campeonatos latinoamericanos de 2005 y 2007, junto con Josué Donado, disputados en Cuba y Ecuador, respectivamente.

“No quiero ser falta de humildad, pero sin duda estuve en la mejor generación que ha tenido el tenis de mesa, y me siento superorgullosa de lo que logramos con Josué Donado, dos campeonatos consecutivos latinoamericanos con oro, cosa que nadie ha hecho. Ahora veo a esa gente, de Cuba y Brasil, que van a los olímpicos”, afirma.

Además, Estefanía dominó la región, fue campeona centroamericana y Codicader, y  logró dos medallas de bronce, en las modalidades de dobles y por equipos, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 2010, en Mayagüez, Puerto Rico.

Justamente, para ese evento, andaban reclutadores universitarios que se acercaron a la joven. No creía, pero con 17 años, recibió la invitación para jugar en la universidad cuando estudiaba el bachillerato en el colegio San Benito. Ahí, Vinicio Rivera, el director, fue clave para convencer a su madre que la dejara irse a estudiar a Puerto Rico.

¿Qué hace?

Tras lograr la beca para la Universidad Interamericana, a Estefanía le costó mucho el comienzo. Perdía “partidos que no debía perder, pero era pretemporada aún”. La Federación nacional la invitó a un Centroamericano, donde viajaba con el cartel de ganadora de tres o cuatro oros.

Obtuvo dos platas y dos bronces. La relación se puso tensa con la federación, pasaron unos tres o cuatro torneos y no fue convocada. Para entonces, Estefanía ya se había adaptado al cambio que supuso un nuevo tipo de entrenamiento, y logró ganar la liga de tenis de mesa universitaria de Puerto Rico.

Entonces, volvió a recibir convocatoria. “Fue un poco de orgullo, me sentí mal que me excluyeran, dije que sí, pero con condiciones, que me ayudaran a poder practicar a más nivel acá en Puerto Rico, porque tenía que viajar a San Juan, donde está la federación, para poder entrenar así fuerte, bien.

La Universidad no me daba eso, comida, vivienda, pero no eso. Si yo iba a volver, era entrenando en óptimas condiciones. Lo que pedía era gasolina, como 100 dólares mensuales”. No se dio, y en Puerto Rico, por ley, una becada solo puede jugar cuatro años. Estefanía se graduó de Comunicaciones y ahora está becada estudiando una maestría, pero ya no juega para la Universidad.

Ahí trabaja a medio tiempo en el área de Mercadeo, y también da clases a niños. Se casó y, aunque con 24 años podría seguir jugando tranquilamente, prácticamente está retirada.  ”Terminé la Liga el año pasado, y eso llevó prácticamente a mi retiro porque en la Universidad ya no podría seguir jugando. Si vuelvo, sería para entrenar, para obtener logros más altos, clasificar a los Panamericanos, por ejemplo”, dice.