En los últimos tiempos el Águila había navegado en un proceloso río que amenazó con hacerlo naufragar. La mediocridad sentó sus reales y hasta se volvió moneda de cambio iniciar los torneos pensando en utópicas finales, para después verse en apuros en el fondo de la tabla. El colmo llegó con el caso de los amaños pues fue uno de los equipos más perjudicados, de manera que le tocó jugar en inferioridad de condiciones.
Todo eso propició un clima de inconformidad entre sus seguidores, cuya consciencia colectiva se inclinó por abandonarlo, no sin antes propiciar actos en que se incluían insultos y hasta intentos de agresión a los jugadores. Dilapidar con tan poco acierto la posibilidad de obtener triunfos y ya no digamos títulos se asimiló de la peor manera por una afición que vio pasar una y otra junta directiva con nulo talante dirigencial.
Entonces llegó el clan Arieta encabezado por Pedro, el patriarca, que planificó sobre bases reales; hizo el aporte necesario y los jugadores además de tener un buen trato, pudieron cobrar al día. Al torneo anterior llevaron como técnico al argentino Daniel Messina con un pasado como jugador aguilucho;y aunque no tuvo una campaña para enmarcar, le cambió la fisonomía al cuadro con la asignatura pendiente de los goles.
Es que la gente migueleña tiene nostalgia por los hombres de área, los cañoneros, esos de instinto depredador, dispuestos para el gol los 90 minutos. Y en el plantel naranja han llegado al colmo de contratar delanteros extranjeros para tenerlos en la banca. Entonces hay que comprenderla pues las nostalgias se edifican en Juan Francisco Cariota Barraza, Juan Máquina Merlos, Sergio de Jesús Méndez, Món Martínez, Cisco Díaz, Luis Abraham Coreas, Luis Baltazar Zapata, Juan José Polío, Joaquín Ventura, Moisés González, Félix Pineda, David Pinho, Ned Barboza, Mauro Nunes. ¡Son palabras mayores!.
Ahora, ante la actitud de Messina que dejó tirado al equipo, la directiva ha pensado en grande y de manera emergente ha presentado como técnicos a los gemelos Julio y Jorge Dely Valdés en un acto no excento de glamour circense.
Ellos deben saber a donde llegan, las gratificaciones que podrían tener y los problemas que los podrían rondar. Y hay un dato relevante, sin buenos delanteros el equipo no podrá hacer mayor cosa por más que se refuercen en los otros departamentos. Por eso deben actuar sobre seguros, sin permitirse el lujo de la euforia con los triunfos efímeros o la miseria de la tristeza si llegan las derrotas.
Entendemos que no es el caso de la actual dirigencia migueleña pero por estas tierras las directivas se mueven por corazonadas y en todo caso siempre trabajarán entre dos aguas de acuerdo a los vaivenes de la competencia.En esa perenne confrotación de sistemas nerviosos se verán sometidos a exigencias donde abundan los sentimientos encontrados y los caprichos; de tal suerte que deben atenerse a sus capacidades, sin casarse con nadie, sin improvisaciones, manteniendo un equipo base, exigiendo disciplina a sabiendas de que no hay otra forma de mantener el orden.
Y dentro de su llegada hay un buen signo, se ha roto con la rueda de caballitos de los técnicos en el fútbol nacional; no obstante su contrato tiene la sombra de ser por un año, pensar en este futbol que a un técnico se le haga un contrato por dos o más años es pedir demasiado. Ahora a trabajar, a unificar criterios y definir quien manda en la cancha, pues por este lado del mundo se estila que si los dirigentes encuentran un técnico complaciente son capaces de hacerle las alineaciones o expresar sus deseos, que casi son ordenes, a través de los medios.
De ahí que se haga más dificil dirigir porque hay quienes piensan que cualquiera puede hacerlo. Comienza ahora una nueva era en el territorio emplumado, con la euforia de lo desconocido y la esperanza de empalmar con un pasado glorioso; con ello nuestro fútbol debe salir ganando.