Uno de los grandes referentes de la lucha libre salvadoreña fue Tony Jackson, quien tuvo el honor de hacer pareja con El Santo
Hay hitos en nuestras vidas que nos marcan, y que son experiencias aleccionadoras. Para Tony Jackson, uno de los máximos referentes de la lucha libra salvadoreño el haber hecho pareja con Santo, El Enmascarado de Plata lo dejó marcado de por vida y bulle entre sus mejores recuerdos.
“Al principio me costó entender tanta sencillez y humildad en un hombre que era leyenda a nivel mundial, lo traté con mucho respeto y él fue de lo más campechano conmigo, nos enfrentamos a Gory Casanova y al Bucanero y los derrotamos. Luego del combate me felicitó y me dijo que pronto vendría al país su compadre el Chavas Flores quien me enseñaría muchos secretos del pancracio y lo cumplió, fue un ser humano maravilloso”, expresó. Corrían los años 50 y Tony era estelarista del pancracio nacional, un estilista haciendo llaves y volando sobre las cuerdas.
En esa época se perfiló como un pequeño gigante que supo compartir inolvidables aventuras con otros colegas y originó rivalidades con El Bucanero, El Apache y El Mongol. Los viejos y nostálgicos aficionados recuerdan sus lances suicídas, cuando se tiraba de la tercera cuerda y aquellas llaves entre las que estaba La Bucanera, por haberla realizado contra su más enconado rival, quien fuera del ring era su mejor amigo.
Comenzó en el Jim London pero fue en la Arena Metropolitana donde desplegó lo mejor de su genio, y que vale la pena refrescar para decir que este señor a sus casi 84 años, quien maneja su taxi con tanta dignidad, respeto y que en no pocas ocasiones ha dado lecciones a más de un asaltante, fue uno de los maximos ídoles del pancracio nacional.
Su padre era de origen palestino, le escogió el nombre de Mario Rafael Membreño Hasbún, pero muy luego desistió y emitió una orden familiar para que su retoño respondiera al nombre de Oscar Antonio. Lo de Tony Jackson lo tomó de Antonio y Jackson de un nombre que encontró en el Libro de los Mormones porque le agradó su musicalidad.
De esa manera fue propietario de tres nombres. Siendo un jovencito se casó con Odila López Chacón para procrear a seis vástagos, Gina Marlene, Rafael Orestes, destacado periodista deportivo; Oscar Rolando, Leiland María, María José y Claudia Mercedes.
“Yo era asiduo al Jim London, pues practicaba lucha olímpica y grecorromana; cuando buscaron aspirantes para la lucha libre me enrolé de inmediato, el Turco Ocón que era el instructor me dio el visto bueno”, expresa. Tony fue testigo del ascenso y el declive de la actividad que se le quedó prendida en el alma, los sábado por la noche era cadena nacional para ver por televisión las carteleras de la Arena Metropolitana en la voz de Miguelito Álvarez. “Con mi retiro en 1981 quise ser instructor pero soy muy exigente y eso no parecía compaginar con los aspirantes”.
En cuanto a mis preferencias, para mi el mejor fue El Bucanero porque dominaba las dos escuelas, la técnica y la ruda. Al Buca lo respetaban hasta los más fieros luchadores que venían de afuera.
Otros extraordinarios fueron El Olímpico y La Sombra, El Águila Migueleña y un personaje impredecible, El Apache, lo mismo podía aparecer con una manopla, un pedazo de hierro o una escalera. Llegaba muy temprano a la Arena para evitar a los aficionados que lo odiaban y se las arreglaba para preparar sus fechorías.
En una oportunidad me dio un botellazo a la altura del ojo izquierdo y estuve a punto de perderlo; dichosamente me lo salvaron en el Seguro Social; por eso yo no me quejo del Seguro, se portaron bien conmigo. ¿Mi mejor lucha?, fueron tantas, pues además de hacer pareja con El Santo y Blue Demond me enfrenté a Sugi Sito y Orokisito, dos gigantes japoneses, también libramos grandes batallas con El Bucanero y El Apache.
La verdad es que vivimos una época maravillosa con otros luchadores: Huracán Ramírez, Cavernario Galindo quien subía al ring luego de haberse tomado siete u ocho cerverzas y fumado su purito, también Gory Casanova, La Furia Colombiana, el francés Tony Olivier, el italiano Milo Millán, el español Lobo de Galicia, El Leñador de Andorra y tantos más. A Tony le encanta recordar aquellos días en que salía de la arena en hombros de los aficionados o cuando Las Tonitas su club de fans lo mimaban.
Este es uno de los hombres que vió el inicio y el declive del pancracio nacional, recorrió un largo camino y con su caballerosidad, talento y humildad se ganó el cariño y el respeto de una afición que todavía lo recuerda. El cuadrilátero fue su mejor testigo.