No hubo entrenamiento, pero sí hicieron dos sesiones, una por la mañana y otra por la tarde, de ejercicios regenerativos. El matinal fue en una de las piscinas del hotel, donde los selecciones estiraron sus músculos siguiendo las órdenes del profesor Pablo Rodas e impulsado por la música que llegaba desde la piscina vecina, donde los turistas tomaban clases de acuaerobics.
También tuvieron permiso, por segunda vez desde su llegada, para darse un rápida zambullida en el mar.
A pesar del sofocante calor -quizás también haya que agradecer el efecto que eso hizo en los canadienses el jueves-, muchos decidieron quedarse en su habitación leyendo, viendo TV. Otros combinaron playa con billar, como Bryan Pérez o Josué Hernández. Hubo tiempo para algún partido de tenis de mesa y hasta de preguntar precios de las artesanías que venden dentro del mismo hotel.