Liga Premier de El Salvador

Una columna de Fernando Palomo

descripción de la imagen

Fieles. Los hinchas de ??guila no defraudaron el sábado, en el estadio Barraza.

/ Foto Por EDH

Por Fernando Palomo | Twitter: @Palomo_ESPN

2015-01-18 5:39:00

La liga Premier, en Inglaterra, encontró su semilla en una tragedia. Lo que se ve cada fin de semana en los campos ingleses le debe un momento de respeto al 5 de abril de 1989. Cuando el fútbol inglés lloró como nunca. 

Noventa y seis personas fallecieron a consecuencia de la pobre atención a la seguridad en los estadios de la época. Oliver Kay, del Times de Londres, dice que esas condiciones “fueron soportadas por varias generaciones de seguidores. Condiciones a las cuales ni las vacas serían sometidas hoy en día”.

Fueron 96 las personas que entraron a un estadio y salieron sin vida del mismo. La violencia y falta de seguridad, dentro y fuera de los estadios ingleses, representada en la tragedia del Estadio de Hillsborough, fue el detonante para que la afluencia de público a los estadios ingleses decayera a niveles históricos. Con reducidos ingresos y poco atractivo comercial; el fútbol inglés estaba destinado a fundirse en el descrédito o reinventarse.

Se optó por lo último. El “Reporte Taylor” evidenció las carencias estructurales de los escenarios deportivos, consignados en ese momento, a ser un cementerio masivo. Ése fue el caso del estadio del Sheffield Wednesday, en el que murieron aplastados seguidores del Liverpool, quienes llegaban a ver un partido entre su equipo y el Nottingham Forest. 

Reconvertir los estadios en escenarios que pudieran recibir a miles de aficionados cómodamente sentados, fue la principal recomendación del reporte presentado un año después de la tragedia de Hillsborough. Reporte que marcó el principio de lo que hoy se conoce como Liga Premier. 

Creada dos años después, rompiendo con 104 años de relación directa con la Asociación Inglesa de Fútbol (la F.A.), la Liga Premier se fundó como una iniciativa comercial de los clubes más importantes de Inglaterra para por solventar las pérdidas que hasta el momento generaba la remodelación de los estadios. 

Con independencia de la F.A. para negociar sus propios acuerdos comerciales, la Liga Premier estableció un nuevo modelo, recibiendo a un nuevo jugador: La televisión. Millonarios contratos le dieron paso a fondos suficientes para competir con las ligas predominantes de aquella época, la española e italiana. 

Hillsborough fue hace 25 años. El fútbol inglés inició un cambio al cual había renunciando por décadas. Una restructuración que dio lugar a la exitosa estructura económica que soporta la fortaleza deportiva de la Premier. El recuerdo vale para que esto no se repita en ninguna parte del mundo. ¿Por qué esperar para tener nuestro Hillsborough para promover un cambio?

La asistencia a los estadios de fútbol ya es pobre sin una tragedia que lo provoque. El fútbol cada vez invita a menos. Se reconoce que los cambios no llegan con el amanecer. No basta con cambiar la imagen y generar una mejor percepción vendiendo el nombre comercial de la Liga Mayor. Los cambios que lleguen deben ser sustanciales. 

Una Liga Premier es posible en el país. Pero deben cambiar los dueños de equipos, o su mentalidad. Trabajar unidos fortalecería sus estructuras internas. Bajo la figura de un Comisionado encargado de regular los mínimos detalles de competencia, de promover el crecimiento de los ingresos que generen los equipos.

Que trabaje por el establecimiento de una línea de mercadeo uniforme y por el respeto a la inversión de los socios comerciales. Existe una oportunidad para reformar a la Liga Mayor y no sólo de nombre, sino de fondo. Un cambio sustancial que seguramente sería bien recibido por equipos, que además me consta, son conscientes de la necesidad de asistencia para profesionalizar su gestión y mejorar las condiciones financieras de sus equipos.

Una Liga Premier en El Salvador no nace de un día para otro. Tampoco es una utopía. Hubo modelos que tomaron años para alcanzar la excelencia de la gestión. Que no sea una tragedia la que obligue a reconocer la necesidad de un cambio.