La intolerancia y la expresión de la violencia en su máxima expresión, el homicidio, se da no solo en países como el nuestro, Guatemala u Honduras.
Hace unas horas, el surfista brasileño Ricardo dos Santos, conocido como Ricardinho, de apenas 24 años, fue asesinado de tres disparos en el tórax y abdomen.
Ricardinho llegaba a su casa, en Florianópolis, estado de Santa Catarina, de la playa de Guarda do Embaú cuando supuestamente discutió con dos hombres que se encontraban cerca de la puerta.
Hay dos versiones, una que los hombres consumían cocaía, y la otra, que se discutieron aparentemente por un coche mal aparcado.
Fuera como fuere, lo cierto es que los hombres abrieron fuego contra Ricardinho causándole la muerte. Uno de los sospechosos es un agente de la Policía Militarizada (PM) que se encontraba fuera de servicio, y el otro es el hermano menor de este. Ambos fueron detenidos tras el incidente aunque el menor ya fue liberado.
El mayor, quien admitió haber disparado, alega que fue en legítima defensa después de que el surfista supuestamente hubiera intentado agredirle, aunque los familiares de Ricardinho aseguraron que los tiros fueron realizados de forma injustificada.