La primera meta de la Selección Sub20 está cumplida: quedar entre los tres primeros del Grupo B, y afianzó ese lugar jugando probablemente el peor partido del Premundial. Paradójicamente fue el único en el que no sufrió al final. Los últimos minutos, a diferencia de otros juegos, fueron de tranquilidad e incluso hubo tiempo para dilapidar un par de ocasiones. Ahora le queda un escollo más: Estados Unidos, el sábado.
Desde el momento en que se supo el cambio de formato estaba claro que el camino hacia Nueva Zelanda sería mucho más duro que el que llevó a Turquía 2013. Más partidos, más desgaste, pero también algo de margen de error. Para que se entienda mejor, ahora El Salvador quedó a un partido de clasificar al Mundial, pero para eso tuvo que jugar cinco, de los cuales ganó dos y empató otros dos. En Puebla llegó a esa misma situación mucho más fácil, apenas ganándole a Curacao, en aquel partido donde en el final los caribeños pegaron un tiro en el palo para demostrar que el sufrimiento es algo inherente a la Azul. Aquella vez el rival del duelo directo fue Panamá, ahora será Estados Unidos
No hubo euforia en los jugadores salvadoreños tras la victoria 2-0 a Cuba. No había nada que festejar, pero sí la satisfacción de haber logrado resolver un resultado que los mantiene vivos en las aspiraciones por el boleto. El Salvador no tuvo un buen día. Nos estuvieron finos los jugadores, como dijo el Tuco Alfaro en la conferencia. El equipo no generó una sola jugada colectiva del peligro en 80 minutos ante la defensa más goleada del grupo B. Eso es preocupante, y el técnico lo sabe.
También hay que decir que Cuba, que necesitaba ganar, tampoco demostró ser aquel equipo que iba dejar la vida en la cancha por la victoria. Para nada. Su prioridad fue defender y sólo en los minutos finales, cuando su suerte parecía echada, tuvo un atisbo de reacción. Demasiado tarde. Aún así, sobre el comienzo del segundo tiempo hicieron revolcar dos veces en la misma jugada a Carlos Cañas, que respondió con firmeza en ambos remates de Eddy Saname. Fue una señal de alarma, pero resultó la única en todo el partido.
Con el balón, el empate a favor y el dominio territorial del partido, El Salvador paseaba la pelota sin demasiada profundidad, sin llegadas con juego asociado y un par de remates de media distancia con escasa puntería. Así transcurrían los minutos hasta que Juan Barahona aprovechó un tiro libre para clavar un golazo de zurda al 57’. Ese gol, magistral desde la ejecución, fue el tanto de la tranquilidad y el que mató anímicamente a los cubanos. Para ese entonces, Narciso Orellana ya había sido reemplazado por el siempre fiable César Flores luego de que el capitán recibiera un fuerte golpe en el tobillo izquierdo.
También fue Juan Barahona, el zurdo polivalente de Santa Tecla, el autor del segundo, al 87’, después de una excelente incursión individual de Eduardo Merino, cuyo remate controló a medias el portero Pozo. Y después, ya con el partido roto y con los cubanos desprotegidos en defensa, pudo llegar algún gol más -Bryan Pérez falló uno solo con el portero- para ampliar la ventaja. Pero que quede claro, la tónica del partido fue bastante diferente a los últimos diez minutos.
Con la primera meta cumplida, es hora del asalto final, del juego por el boleto, donde El Salvador perderá a Roberto Domínguez, el líder de la defensa, al acumular su segunda tarjeta amarilla. La buena noticia es que Mauricio Cuéllar -ausente ayer ante Cuba por molestias en los abductores y reemplazado por Nelson Moreno- podrá volver a jugar y lo de Narciso Orellana no es grave. El cambiante resultado en el juego entre Canadá y Cuba (3-2 en favor de los catrachos) al final determinó que el rival será Estados Unidos. Ahí está el boleto. Para atraparlo habrá que eliminar a una de las dos grandes potencias de la CONCACAF. Algo está claro: si hay clasificación será con épica.