Estados Unidos tiene a dos jugadores con sangre salvadoreña. Uno es Junior Flores, nacido en Los Ángeles de padre y madre salvadoreña, ambos de San Salvador. Y otro es Amando Moreno, nacido en Perth Amboy, Nueva Jersey, de madre salvadoreña oriunda de Atiquizaya. Por diferentes razones han elegido jugar para Estados Unidos y este sábado se enfrentarán al país de sus padres en un juego que no es precisamente de trámite. El que pierda se quedará sin Mundial.
Por el otro lado, en El Salvador, hay dos jugadores nacidos en Estados Unidos defendiendo la Azul. Son el portero Carlos Cañas, nacido en Fairfax, Virginia, y Romilio Hernández, de Rockville, Maryland. “A nosotros nos gusta que nos digan “los salvadoreños estadounidenses”, dice Cañas, que ha sido compañero de varios de los que serán sus rivales esta tarde. “Con Junior jugamos juntos desde los 10 a los 14, nos conocemos bien. También he jugado con varios de la selección de Estados Unidos, como Romain Gaill (goleador del equipo con 5 tantos)”.
Romilio Hernández, que se ha ganado un lugar entre los titulares, anteriormente pasó por las selecciones Sub15, Sub17 y Sub18 de Estados Unidos. “Este es el partido que yo quería, jugarnos el boleto con ellos. Algunos preferían a Guatemala, pero yo no, y sé que podemos ganarles”, dice el mediocampista de la Universidad de Louisville, que anteriormente jugó para Baltimore Bays. “Es raro, antes los tuve de compañeros a Kellyn Acosta, Russell Canouse, Paul Arriola, Romain Gaill y el propio Junior Flores, pero ahora seremos rivales. Es una gran motivación para nosotros”:
El Tuco Alfaro, que utilizará a ambos como titulares, tratará de sacar ventaja de esa motivación que hablan ellos. “Romilio y Cañas quisieron jugar para nosotoros, un país pobre. Los otros decidieron hacerlo por intereses, no por fútbol. Estados Unidos tiene de donde escoger. Probablemente eso incentivará a los nuestros para demostrarles que tranquilamente podrían estar jugando en esa selección”.