El ejemplo de los canaleros

Es como un sentimiento de envidia el que sentimos al ver el notable progreso que muestran los equipos panameños en las competencias internacionales, un país que siempre fue mucho más débil que nosotros y al que le ganábamos por goleada

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Los panameños no tuvieron problemas para acabar con Aruba

/ Foto Por Concacaf.com

Por Manuel Cañadas | Twitter: @memecanadas

2015-01-25 6:54:00

Y no se trata de un milagro, eso en el fútbol no existe, hay simplemente trabajo, esfuerzo, sacrificio en razón de una insfraestructura y una planificación adecuada, que deja como consecuencia un mejor nivel, en lo técnico, físico, táctico-estratégico y emocional en razón de la solidez del trabajo que se realiza. De ahí surge la pregunta. ¿Y porqué los canaleros se nos ha adelantado, si nosotros también trabajamos los procesos juveniles?.

Pero hay algo que debemos señalar pues es crucial y determinante; con excepción del trabajo de FESA y uno que otro, quienes por acá enseñan fútbol a las nuevas generaciones no son técnicos especializados en serias bases pedagógicas, la mayoría son personas de buena voluntad, teóricas y sin experiencia que hasta ilusionan a los niños y a sus padres, o exfutbolistas profesionales sin preparación previa que quieren iniciarse en una nueva fase de sus vidas deportivas. 

El fútbol es progreso educativo y nadie puede dudar que solamente capacitados maestros pueden obtener buenos alumnos. 

Solo estudios académicos universitarios especializados permiten que médicos, abogados, ingenieros se transformen en profesionales de alto nivel. Tanto te preparas, tanto rindes parece ser una ley ineludible en cuestiones académicas. 

Por acá estamos confundidos, tenemos muchas competencias infanto juveniles, ¿para qué queremos técnicos especializados?. Es peligroso desconocer las etapas del proceso formativo de los niños, hay gestos técnicos que ellos aprenden por imitación simple, pero tantos conceptos que complementan esos gestos, se les deben enseñar, porque los pequeños no tienen la madurez suficiente para deducirlas por sí mismo.

Por ejemplo, en la mayoría de escuelas en nuestro país no hay una zona verde donde jugar, mucho menos un profesor de educación física o de fútbol, por más que les hayan ofrecido una computadora por cabeza; de ahí que los niños pierden la más preciosa etapa del aprendizage formal. 

Ante tal panorama, el padre busca refugio en el equipo del pasaje, la colonia, el barrio o en torneos infantiles y ahí no se encuentra el personal idóneo para poder fundamentarlos en base a su proceso evolutivo. Sin orientación en la escuela y mucho menos en los equipos, se frustra todo un proceso que hubiera podido ser brillante. ¡Cuántos jugadores se pierden por eso!. 

Necesitamos pues, entrenadores bien preparados, que no hagan del insulto o del maltrato un metodo de enseñanza. Es el único camino para llegar a tener jugadores acordes con los de otras latitudes. Muchas veces la televisión o la asistencia a un partido de buen nivel permite a un niño admirar a los astros del momentos, y no tiene problemas para imitar sus gestos técnicos. 

Ese podría ser un buen paso inicial, pero en el futbol actual la buena técnica tiene una validez relativa y no da para triunfar si no va acompañada de otros aspectos como el esfuerzo, la moral combativa, la solidaridad, la entereza, el sentido colectivo del juego, la madurez táctica, la movilidad y sentido de la oportunidad para subir y bajar, la importancia de la posesión de la pelota, la conveniencia de hacerlo correr en determinados zonas del campo.

Montones de ideas que respaldan a la buena técnica y que solo podrá aprenderlos y comprenderlos si un entrenador con buena formación técnica y pedagógica las enseña. 

Se debe pues preparar a los entrenadores en este rubro, que los organismos encargados de su formación se preocupen en darles las herramientas y enseñanzas a tantas personas con auténtica vocación para que vayan a preparar a los cipotes que se inician en el aprendizage del fútbol. Ellos podrán tener las aptitudes relevantes, pero hay que perfeccionarlas y disponerlas para la alta competencia.