Apesar de que el sábado anterior jugaron tanto el Barça y el Real Madrid, adorados por la fanaticada salvadoreña en una proporción (para mí) incomprensible, ese día se sintió una efervescencia futbolera de color azul y blanco desde la mañana, porque jugaban dos selecciones nacionales, la Sub-17 y la Sub-20. La ilusión de la afición salvadoreña pasó a ser tristeza cuando cayeron los de Rafa Tobar ante Guatemala en el Cusca; y luego llegó la frustración, ante la eliminación de los del “Tuco” Alfaro por USA, en Jamaica.
En un solo día, en el espacio de tiempo de las 3:00 p.m. a las 6:00 p.m., El Salvador vio cómo dos de sus camadas generacionales mordían el polvo. Fue un doble impacto duro de asimilar hasta para el más lleno de “positivez”.
Ahora, en toda crisis hay oportunidad. Hay que identificar los fallos y enmendarlos. Para ambos grupos:¿Hubo fogueos suficientes? A comparación de sus rivales, no. Ni cerca. ¿Pudieron trabajar con normalidad sus técnicos? El “Tuco” dijo que no y hasta culpó a los clubes porque no le prestaron jugadores para entrenar con orden; más herramientas tuvo Rafa Tobar, que pudo nutrir a su grupo de la reciente Liga Sub-17. ¿Hay que darle seguimiento a ambos grupos? Sí. Aquella Sub-17 que cayó en su momento, después fue la base de los de Turquía 2013. Y asoma Río 2016. No hay que echar a la basura el andar de estos chicos. Por muy amargo que haya sido ese sábado.