La crisis de las credenciales

La Primera División y los periodistas, enfrentados por el absurdo tema de los carnets.

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Celebración a oscuras en la final del torneo Apertura 2014. Foto EDH

Por Claudio Martínez | Twitter: @martinezchino

2015-02-06 8:18:00

Hace seis años que no tengo carnet de la Primera División para cubrir fútbol. Desde entonces, cada vez que voy a un estadio como espectador pago la entrada como cualquier otro. Digamos que, a título personal, no soy uno de los afectados por la “famosa crisis de las credenciales”. Hasta aquí me he tomado el tema con humor. Las pocas cosas que he escrito sobre el tema en Twitter y mis comentarios en el programa Los Provocadores han ido en esa línea. Sin embargo sólo por esta vez voy a abordar el caso, así que si no le interesa -entiendo que es un tópico que incumbe al medio y no al aficionado común- este el momento de no dar el salto al siguiente párrafo.

La idea no es quejarse ni llorar sino exponer una realidad, ubicarla en un contexto global. Siempre creí que la Liga Salvadoreña es única en el mundo, y que el sabor principal no estaba en su calidad -definitivamente- sino algunos aspectos tan folclóricos como insólitos. Podría enumerar cien, pero me quedo con un puñado de los más recientes: jugadores que van y vuelven del retiro, equipos que hacen el calentamiento dentro de un bus, la premiación de un campeón en penumbras por no pagar la luz, futbolistas que juegan sin estar mínimamente alimentados, jugadores que se cambian debajo de un palo de mango a falta de camerinos, futbolistas que deben lavarse la camisa en su casa y que quizás no pueden jugar porque se la olvidaron en el tendedero, fichajes que firman contrato y son presentados en una mesa de un restaurante de comida rápida…

Todo resulta insólito, pero más insólito es todavía que esa liga -la 90 en el mundo y la peor de Centroamérica según el ranking de la IFFHS- le cobre a los periodistas por cubrirla. No es la 1, ni la 2 ni la 44. Es la 90. ¡La 90! De la 1 a la 89 no cobran, lo mismo que en los Mundiales, Juegos Olímpicos, Copa Libertadores, Champions League, NBA, SuperBowl, etc… Después de mucho buscar, sólo se encontró un antecedente donde se cobra para emitir una credencial para ejercer el trabajo de periodista. ¿Cuál es? El Salvador, otra vez… Pero esta vez no la Liga sino la Federación. Fue para la eliminatoria hacia Brasil 2014, cuando le cobraban a los medios internacionales por cubrir y varias agencias internacionales, entre ellas Associated Press y AFP, decidieron no pagar, no cubrir el juego El Salvador-México y por consiguiente no enviar fotos del partido. La Fesfut ya dio marcha atrás. La Primera, en cambio, redobla la apuesta: ahora sube su carnet a 85 dólares.

Ruben Israel, entrenador de la Selecta durante 2011 y 2012, tenía una frase que repetía cada vez que se frustraba ante el caos del fútbol salvadoreño: “Ya que aquí se ve tanto fútbol internacional, al menos podrían aprender algo de su organización”. Pero parece que no. Y si lo aprendieron no lo ponen en práctica. Tiene razón Roberto Campos, directivo de Metapán, cuando dice que una empresa no va a quebrar por pagar 85 dólares por carnet. Yo agregaría que tampoco van a quebrar aunque algunos, como los periódicos, tengan que acreditar a 20 personas entre redactores, fotógrafos, camarógrafos y cronistas web, que es lo que requiere una cobertura de cinco juegos -a veces todos al mismo tiempo- de la LMF. No, no van a quebrar, pero quizás no estén dispuestos a pagarlos, como tampoco pagarían las credenciales por cubrir las elecciones, la visita de Obama, la conferencia de un catedrático de Harvard o el concierto de Frigüey. Diferente es si uno quiere transmitirlo en vivo y en exclusividad, en ese caso sí podría haber un arancel.

Entiendo a aquellos que creen que el tema es irrelevante y más aún a los que les dicen a los periodistas que dejen de llorar. Este gremio, donde existen egos y vedettismos, también tiene sus enemigos y detractores por creerse, en muchos casos, los dueños de la verdad absoluta. Un interesante concepto sobre ellos -o nosotros- lo deslizó un día el uruguayo Óscar Tabárez, actual entrenador de Uruguay en los tiempos que dirigía Boca Juniors: “Los periodistas, una raza aparte. Aún van invictos, todavía no perdieron una… nunca se equivocan”.

La Primera División quiere dinero. Quiere más dinero. Lo dejó claro Roberto Campos en la plática en Los Provocadores. Eso no está mal, el problema es qué hace para conseguirlo. Como liga, y esto al margen de la calidad del producto que venden, tienen múltiples opciones de generarlo. Una de ellas es un “title sponsor”, como lo que se ha conseguido con Pepsi, que le da nombre a la liga del mismo modo que Barclays, BBVA o Tim en Inglaterra, España e Italia.

¿Cuál es el principal ingreso de los clubes europeos? El dinero de la TV. Aquí también, aunque las cifras no se acercan ni por asomo a las del otro lado del Atlántico. Además de los derechos exclusivos vendidos a Canal 4, están los derechos de radio, comprados por Emisoras Unidas (KL, Monumental, Cuscatlán, etc). A cambio de un pago obtienen el permiso para narrar todos los partidos de la liga, algo que no pueden hacer las otras emisoras. Sin embargo, esto no quiere decir que el resto de los periodistas radiales no puedan realizar entrevistas o asistir al estadio para luego hacer sus comentarios en sus respectivos programas.

Por momentos es dual y contradictorio el mensaje de la Primera División. Por un lado se quejan de que los medios le dan demasiada relevancia al Real Madrid y al Barcelona y “menosprecian lo nuestro”, pero por otro pretenden cobrar más porque aseveran que se venden más periódicos por el fútbol nacional. Es difícil saber si vende más una portada de Cristiano Ronaldo o una de Ramón Martínez de Paz, pero para un periódico es más económico y más sencillo hacer cuatro páginas de un Real Madrid-Valencia que de un Pasaquina-Alianza. Las fotos y los textos del fútbol internacional llegan a la redacción vía digital, en cambio para el juego local hay que movilizar carro, motorista, periodistas, fotógrafos, computadoras, cámaras…

Si se lucran los medios o no con el fútbol es discutible. Es una manera de ver. La otra es que lo ayuda a promocionarse, un socio estratégico. La LMF es uno de los pocos espectáculos -llamémoslo así- que no necesitan pagar una publicidad para anunciarse, eso se lo hacen gratis los medios con sus previas. Las distribuidoras de cine, en cambio, tienen que pagar páginas completas para publicitar sus estrenos en los periódicos. El argumento de la liga, sin embargo, es que ellos no reciben dinero por eso. Es cierto. Pero tampoco paga. Los periódicos y otros medios no reciben dinero de Pepsi, Mister Donut, Coop y otras marcas cuando salen en portada las camisetas con sus sponsors. 

Esa es otra razón por la que los medios deben ser aliados y no clientes. A propósito de eso, nunca me olvida la insólita política que durante muchos años tenía un diario argentino llamado Diario Popular, que incluso en tiempos donde no existía el Photoshop le borraba la publicidad a todas las camisetas porque aducían que no eran “sus anunciantes”. ¿Qué pasaría si en rebeldía de repente en los medios desaparecieran todos los logos de publicidad de las camisas? A la marca que invirtió en el fútbol eso no le gustará.

A veces, el fútbol nacional tiene espacio en los medios no por su calidad sino por respeto a los lectores. En el torneo pasado, un UES-Marte congregó apenas a 136 personas. Sin embargo la cobertura fue de una página, el mismo espacio que normalmente tiene un juego de liga del Real Madrid o el Barcelona.  

Si el argumento de cobrar 85 dólares, un auténtico abuso, es para contrarrestar otro abuso, el de los periodistas que no eran periodistas y se acreditaban como tales, el despropósito es mucho mayor. La Primera División simplemente debería tener un control de a quién acredita y hasta puede tomarse la atribución de limitar su número de acuerdo a las necesidades de cada medio o negarla. Así hace la FIFA, así hace la UEFA.

En un Mundial, por ejemplo, la Folha do Sao Paulo probablemente tenga más credenciales que The Guardian de Mozambique, cuya selección ni siquiera participa de la competencia. Eso sí, a ninguno le cobra un centavo. Como tampoco le cobran boleto al crítico de cine cuando asiste a las funciones especiales para la observar el filme y luego escribir su comentario, aunque luego éste decida masacrar a la película en cuestión.

“La crisis de las credenciales”, que ha creado tanta tensión que parece la “crisis de los misiles soviéticos”, debería servir como reflexión para todos los involucrados. “No importa que nadie en el mundo cobre por esto, nosotros ya decidimos que vamos a cobrar”, fue la postura de la Primera División. Si analizan bien su producto, más que cobrar deberían pagar para que algunos asistan a los estadios. Estadios en su mayoría en pésimas condiciones, campos de juegos con cráteres, accesos complicados y seguridad no garantizada. Y ni hablar del espacio para la prensa. Nadie pide un pupitre, un lugar para sentarse, WIFI, un monitor para ver las repeticiones y una niña bonita entregando las formaciones y las estadísticas del medio tiempo como ocurre en los Mundiales o en la Champions. Nada de eso, solo las condiciones mínimas.

Algo está claro, la presencia de periodistas en un estadio, generalmente semivacío, no representa un problema de espacio, que es lo que sobra. Un dato interesante: si intentáramos meter en el Cuscatlán a todos, absolutamente todos los periodistas del mundo acreditados para el Mundial de Brasil, que fueron 18,000, en cualquier partido de la LMF (excepto la final, claro) veríamos que aún así quedaría espacio libre para seguir vendiendo entradas.

Quizás esta crisis deje alguna enseñanza para la Primera División. Si pueden hacer carnet para los periodistas y cobrarles, ¿por qué no lo hacen con los aficionados? Es decir, ese carnet de 85 dólares que lo pongan en venta al público. El que lo adquiera podrá asistir a todos los partidos del torneo a modo de abono. Eso es un servicio. No estaría nada mal, sería una manera de volver a atraer el público. Eso sin duda haría que los estadios no estén tan vacíos. Además, con el carnet personalizado sería mucho más fácil identificar a los revoltosos y a los que generan violencia.

Y, por último, mi propuesta para destrabar el conflicto. Lo ideal, ya se dijo, es que los periodistas que van a cubrir los juegos no paguen, como ocurre en todo el mundo, desde la liga 1 a la 89, desde la 91 a la 150. Pero la realidad es que ya se viene pagando desde hace años, ahora la queja es por el excesivo incremento. Yo propongo aplicar una fórmula que además ayudará a mejorar el nivel de la liga. El valor del carnet saldrá de una fórmula matemática mucho más sencilla que la del Ranking FIFA o el Coeficiente UEFA. Se trata de establecer un valor fijo, 100, al que se debe restar el número de la posición en que la la liga salvadoreña aparece en el ranking que la elabora anualmente la IFFHS. Hoy por hoy que la Liga Pepsi es 90 sería así:

Fórmula: 100 – (# del ranking de la liga salvadoreña)

Hoy: 100 – 90 ($10)

Y así, a medida que mejore se irá pagando más de acuerdo a la fórmula. El día que llegue al puesto número 1 y que desbanque a la Primera División de España y a la Premier League se cobrará de acuerdo a su nivel.

Algún día: 100 – 1 ($99).