En el auge de la lucha libre en el país, a comienzos de los 60, las carteleras se programaban en los meses de verano dejando ansiosos el resto del año a muchos aficionados que se volvieron adictos al movimiento. Y muy luego aparecieron los escenarios adecuados para la actividad; primero fue la Arena Coliseo ubicada en el Barrio Lourdes, era manejada por Armando Ramírez y de ahí surgieron El Águila Migueleña, Ray Manzur o el Rayo Hondureño, El Sordomudo Cruz y El Vampiro.
También fue visitada por grandes luminarias como Silver Fox, Fantomas, Misterio Negro y el Profesor Satán, un personaje excéntrico que subía al ring con una culebra alrededor del cuello a la que había bautizado como La Chabelita. Pero la existencia de la Coliseo fue de dos años y sus propietarios, la familia Soto, la cerraron. José Panameño, quien había dejado de montar peleas en el Cine Popular, busca entonces como promotor a Antonio López Gudiel, se funda la Arena Metropolitana y comienza una nueva y prolija etapa en la lucha salvadoreña. En pleno barrio Concepción se erigió aquella construcción de madera y láminas que hizo mella profunda en la gente criolla y se volvió la meca de la actividad. Ahi lucharon con los nacionales.
El Mongol, El Águila Migueleña, El ZAZ I, El Olímpico, El Campesino, Kaly Valdez, Tony Jackson, Panchito Cortez, El Demonio Azul, The Robin, El Buitre, El Diablo Rojo, El Satánico, El Suavecito, Boby Laínez, Los Comanches Lima I y II, El Vampiro, El Gran Maravilla que después pasó a ser El Genio Maravilla, El Conde Rojo, El Lucero, El Búfalo, El Araña I y El Araña II, El Lobo Rubio, El Cavernario Meléndez, El Canguro, El Monge Loco, El Villano, El Tulipán Negro, Dr. X, “Sordomudo” Cruz, El Maldito, El Magnífico, El Tapatío, El Jabalí y un personaje muy querido por todos y cuya caballerosidad se hizo legendaria dentro y fuera del ring, El Gran Chema, también conocido como La Montaña Tecleña”.
Además de los mexicanos Gory Casanova, Chanoc, El Bello Kalifa, Los Enterradores I y II, El Rayo de Jalisco, El Ciclón Panameño, Blue Demond. Otros que pasaron por el desaparecido recinto fueron La Furia Colombiana, los europeos Milo Milán, Tony Oliver, Celso Sotelo, El Lobo de Galicia, El Gitano Maldito, El Leñador de Andorra; los argentinos, Los Dupres I y II, El Gran Francisco, Coloso Coloseti, Bobo Salvaje; los peruanos, El Cóndor de Los Andes, El Halcón Dorado y muchos más.
Ellos fueron los mejores pagados y hospedados en buenos hoteles; en cambio los nacionales casi siempre dependieron de las taquillas en las cuales ganaban el cuarenta por ciento, repartidos proporcionalmente de acuerdo a la programaciones; en tanto a la empresa le quedaba el sesenta. También vieron acción las luchadoras mexicanas Chabela Romero, Irma González, Toña La Tapatía; éstas habían venido unos años antes, pero no habían podido luchar debido a la mentalidad de la época; en aquel momento se dijo que algunas asociaciones moralistas se habían opuesto, incluso que el arzobispado había dado un no rotundo.
También vendrían las norteamericanas Paty Nelson, Tony Rose, Dona Adams y Barbara Owens; éstas luchaban en relevos mixtos y eran temibles. Una de las grandes atracciones fue cuando la empresa de José Panameño trajó a un grupo de enanos cuya presentación provocó grandes llenos en la Arena Metropolitana. Recordamos al canadiense Little Brutus y los norteamericanos Sky Low, Iris Jaki y Sony Boys Cassids. Por El Salvador sacó la cara Pepe El Hermoso, único luchador enano del país.