Qué hizo
Siempre estuvo rodeado de grandes Iván “Platiní”Escobar, y fue la constancia su arma para hacerse un espacio entre ellos.
De la colonia Luz, pasaban los Pachines silbándole para que se sumara al juego. Vivía en la 10 de septiembre y se encontró al deporte en la calle, como la mayoría de destacados del país. Pero también fue un polifacético. Jugó baloncesto y ajedrez, y hasta practicó el sóftobl con el CIOS, un equipo de la colonia. Se iban a la cancha de la Guatemala.
Pero fue la “redonda” la que lo enamoró, tanto así, que su amor sigue intacto y más “loco” que nunca. Acaba de salir campeón con el “Médicos Oro”, en la liga de papifútbol Asprou, y también milita con los ASIA 2.Una megacolección de camisetas originales de equipos y selecciones de todo el Mundo están entre sus trofeos predilectos. Una camiseta de Zidane, al que vio jugar en el Mundial de Francia. Una de Maradona con el Nápoles, que le enviaron unos amigos desde Italia, una infinidad y, claro, la del Marte.
“Platini” había jugado en el Flecha de la Primera B. Llegaba con lecciones aprendidas de la dinastía de los Pachines. Aunque fue hasta delantero en colegiales, el hecho de haber tenido que marcar a Mauricio, al “Mágico” González, le abriría puertas. Y, además, había jugado con Norberto Huezo, Orellana Rico, “Palito”Paniagua, Herbert Sebastián Hernández, todos jugadores buenísimos, compañeros en el Don Bosco.
“Ahí me entró la locura, yo jugaba primero basquetbol, mi hermano Frank Escobar, fútbol. De ahí cambiamos, él se metió más al baloncesto”, cuenta Platiní, que le debe ese apodo al hecho que cuando no lo dejaban jugar en la calle – su madre -, le comenzaron a mencionar como el “mucha plata”, hasta que derivó en “Platiní y le quedó de por vida”.
Quería jugar a toda costa en Primera, así que se iba a entrenar con Universidad en 1981, que acababa de subir a Primera. Se quedaba al mediodía y entrenaba con Alianza. Y no le bastaba, y se iba a entrenar a la Escuela Americana con el Independiente.
Llegó el proceso de la Selección del 82, pidieron alguien para hacer número. Llegó y “de tal suerte que no desentoné. Y también hice química con todos los jugadores seleccionados. De ahí lo recomendó Ramón Fagoaga al Marte. Ahí lo hicieron defensa central, aunque sobre el final de su carrera incluso fue contención en el medio campo.
Siempre le encantó entrenar . Afirma que “la base para marcar es lo físico, y yo era loco para eso”, menciona.
Fue campeón con el Marte del 82, y también estuvo con el equipo en el último título del cuadro, en 1985, cuando alternaba en la zaga central con Esnal y Fagoaga.“Con Fagoaga nunca perdimos un partido. Me decía que si dejaba pasar a alguien me iba a pegar, y levantaba el puño”, recuerda.
Para ese último título, se enfrentaron en el ya tradicional duelo contra Alianza, en un formato de ida y vuelta. El cuadro blanco se impuso por 5-2 en el primer partido. Pese a llegar diezmados, por lesiones y castigos, lograron ganar 3-2 en el segundo, lo que derivó en la necesidad del tiempo extra, a donde se impusieron en el global por 5-3, en un partidazo memorable.
Tiempo después de retirarse, meditó volver al fútbol, con el Chalatenango. Pero siempre optó mejor por seguir en el negocio de la construcción.
Qué hace
Desde que salió de bachiller, Escobar siguió estudiando en la Universidad, arquitectura, algo que tenía ya en la sangre. Había trabajado en la construcción desde los 16 años, y se le daba el dibujo. Siempre le gustó.
Desde que inició, ha tenido su propia empresa, ha trabajado con diversas sociedas, ha veces le ha ido muy bien y otras veces no tanto. Ya tenía mucho trabajo y decidió retirarse del fútbol, cuando tenía 30 años.
Trabajó para Holcim en el pasado, pero brevemente, y siempre le ha gustado hacerlo por su cuenta. Pero el negocio de la construcción no ha estado muy bien últimamente y le salió una oportunidad en la Federación, a donde ve todo el tema de servicios varios, mantenimiento, remodelaciones, etc.
Además, forma parte del equipo que remozará el estadio de la Costa del Sol para el premundial de fútbol playa para que cumpla con las exigencias estipuladas por FIFA. Paralelamente, realiza algunos trabajos independientes, como remodelaciones de viviendas o de negocios. Pero siempre que puede, martes, jueves y sábado, vuelve a su amor, el fútbol, ese que sigue jugando ahora en el papi.