El Atlético Marte ocupa el sótano en la tabla de posiciones; desde hace algún tiempo marcha por la calle de la amargura y en su última salida cayó en tierras orientales ante el rival directo en el pleito por no descender, el Pasaquina al cual en el torneo pasado le habían ganado de local por la mínima y de visita 3 goles a 0.
Pero en el nuevo compromiso y cuando la prioridad era al menos empatar sus jugadores defeccionaron. Que un equipo así pase por ese trance es toda una desdicha para el futbol nacional, pues se trata de una historia de abolengo. Al analizar las causas de la desgracia se concluye que ha incidido mucho la falta de criterio en las contrataciones.
En honor a la verdad y a la justicia cabe preguntarse además si los jugadores son los principales culpables de sus deficiencias y de su comportamiento profesional o representan apenas el reflejo de su pobre formación, casi autodidacta. Es que generalmente la fundamentación del futbolista salvadoreño es prácticamente nula, sin un complemento sólido de principios morales o de fortaleza emocional donde por lo general desarrolla, a la par que la deficiente preparación físico atlética, hábitos y conductas equivocadas.
En el fondo sorprende que los equipos, en sus políticas de contratación llevan a su dirección técnica no a los que más saben, están mejor capacitados o los más idóneos, sino a los que cobran menos. La referencia no tiene otro motivo que señalar cómo se procede en las gestiones técnico administrativa, donde neófitos o improvisados contratan a su antojadiza y distorsionada visión, jugadores que parecen exclusivamente del gusto dirigencial.
Por otra parte, en los últimos torneos el Marte se fue quedando sin valores fundamentales, y no hubo una política de reemplazo eficiente de los que se fueron. Cada vez que se marchaba un jugador cundía la alarma entre los seguidores por aquel desmembramiento, ya que los sustitutos siempre fueron jóvenes inexpertos.
Y en tales condiciones no existía la posibilidad de realizar una buena selección de elementos de peso que sumaran y no restaran. Son muchas las cualidades que deberían aportar llevando como base de sustentación la garra, la entrega, el amor a los colores, aunque no fuera tan relevante su capacidad técnica. De esta suerte cada vez que destacaba un joven marciano o un extranjero y era pretendido por otro equipo no se hicieron los esfuerzos para retenerlos y fueron cedidos facilmente.
Así se fue cayendo en el debut de principiantes para formarlos sobre la marcha con el goteo de la experiencia y las enseñanzas buenas o malas de los técnicos de turno.
Es triste decirlo, muchos de ellos han fallado en la asimilación de conocimientos prácticos y teóricos ante maestros de corta capacidad didáctica. Llegaban arrastrando secuelas y cualidades que habrían de repercutir para su éxito o fracaso y esto último ha predominado y repercutido en el funcionamiento y rendimiento del equipo. Para colmo de males varios se volvieron inamovibles y sus defectos se fueron agrandando dentro de un marrón profesionalismo.
Una de las falencias más notables además de la falta de constancia ha sido la endeble personalidad para responder con acierto en los momentos críticos. Ahora el equipo ha llegado al desfiladero común para los rezagados, donde los jugadores deben demostrar su valía. Deben ponerse de pie y prepararse para hacer de cada uno de los partidos que faltan una prueba de valor. Reanudar la lucha con esfuerzos denodados para salvaguardar una ilustre herencia.
Recordar que esta dentro de sus posibilidades conseguir los triunfos de la salvación, ya no hay lugar para la especulaciones, los caprichos y el remedio más eficaz será encarar con entusiasmo y entereza cada compromiso pensando que el ser humano se sublima en condiciones de inferioridad y ellos tiene las capacidades para lograrlo. Eso o la deshonra del descenso para una institución digna de mejor suerte.