Tras la “rectificación” de los dirigentes de Primera de “rebajarle” el precio a las credenciales para la cobertura de los partidos de la máxima categoría de nuestra fútbol, hay que sacar conclusiones.
La principal, se me antoja, es que el único ganador después de las desavenencias fue el fútbol. No puede ser que entre estamentos que dicen velar por el buen desarrollo del fútbol haya distanciamiento, diferencias por intereses mezquinos de algunos cuantos.
Porque, es cierto, los medios son los que menos se benefician de la publicación de un fútbol pobre y carente de espectáculo. Sin embargo, el mayor beneficiado es el fútbol (o su dirigencia) porque se da cuenta de los fallos, de las malas decisiones, del “adónde se falla” para corregir.
No es cuestión de decir maravillas para llevarse bien. Es necesaria la sinceridad y el poner el dedo en la llaga, no en afán de destruir, sino en el de colaborar para que esto que antes regalaba alegrías inmensas vuelva por sus fueros en los nuevos tiempos.
Porque si de hablar bien se trata para que no cobren o no hayan desavenencias, pues contraten plumas, paguen espacios en los medios y tejan una tela que cubra los males y todos felices, pero así no prosperará el fútbol.
El pleito no era porque cobraban, como algunos desubicados creyeron hacer creer, el problema era hacer ver un desaguisado más de los que dirigen el fútbol, y aunque persiste, al menos ya dieron el primer paso…