Los contrasentidos

En la FESFUT tienen diferentes varas para medir las regadas de los futbolistas, no aciertan una

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??lvaro Lizama cuando llegó al país separado de la Sub 20. Foto EDH

Por Manuel Cañadas | Twitter: @Memecanadas

2015-02-26 3:15:00

Para un técnico de fútbol, dirigir la selección nacional es como una tortura glorificada, un castigo bien pagado; se trata de una tarea que despierta y provoca ilusiones. La gente siempre abriga esperanzas más allá del realismo, nadie piensa que en las condiciones de inferioridad en que va a desempeñar su trabajo no va a lograr nada, pues está limitado por problemas estructurales. Dentro de tales coordenadas, se hace al camino para intentar un milagro que generalmente lo convertirá en un culpable legitimado.

Si es extranjero, al fallar en sus intento, la situación la resuelve con irse a su país a disfrutar de lo ganado, pero si es del patio sufre el escarnio público y una desvalorización que lo envía con premura a la segunda y tercera categoría. Los ejemplos abundan por acá, y al respecto debemos decir que en el 2013 Mauricio Tuco Alfaro logró la hazaña de clasificar la Sub 20 al Mundial de Turquía, pero en este 2015 la situación fue diferente, en el Premundial de Jamaica no se pudo pasar y en un repechaje contra los Estados Unidos fuimos superados. 

Pero de esa competencia lo que más se recuerda es el incidente que protagonizaron el jugador Álvaro Lizama y el técnico auxiliar Giovani Trigueros. En el partido contra Haití y antes de que terminara el primer tiempo, fue sustituido y evidentemente como muchos que se creen intocables optó por lanzar improperios en contra del auxiliar Giovani Trigueros; entonces hubo un cruce de palabras altisonantes. Y ahora luego de unas semanas ese berrinche le ha costado una suspensión de tres años de no poder integrar cualquier selección nacional. Y acá viene lo paradójico pues al parecer lo han medido con una vara diferente con la que usaron para medir a los amañadores, más allá de que pertenezca a esa clase de futbolistas que creen que por pegarle patadas con cierta destreza a la pelota se puede permitir desmanes.

Para colmo de males se topó con un constestatario, fue como la piedra con el coyol, por más que compartan el gusto por lo soez. En ese comité de penas deben haber pensado que en esta época de amaños lo de él es más grave y le han puesto un castigo despropocrionado con respecto a muchos de los que vendieron partido de la seleccion nacional. Como que buscaron quien se las pagara y se han ensañado con el cipote. Y eso no es más que un nuevo contrasentido de nuestro fútbol en donde se trata de poner en su puesto a un joven rebelde acaso sin mayor orientación.

Pero no ha sido el único futbolista cuya actitud puede calificarse de lamentable, es larga la lista de sus colegas, que se equivocaron en el pasado y que también tuvieron su castigo. Algunos lo pudieron superar, otros volvieron y no fueron los mismos. En este caso, es labor de sus manejadores y entrenadores hacerle ver que se no equivoquen tan ingenuamente, que no son insustituibles, si lo fuera ya estuviera en un equipo de primer nivel de Europa; e incluso, en un país como el nuestro, no es como para andar alardeando sus conquistas y deben desempeñar su papel que es el de darle alegría a los aficionados. 

No obstante los casos van a seguir y en cierta manera todos tenemos la culpa, y sobre todo los medios en que a menudo otorgamos a los futbolistas características heróicas que ellos adoptan al instante; por eso piensan que se pueden permitir el lujo de insultar hasta a sus maestros aunque aquellos padezcan del mismo mal. Eso es parte de una necesidad primitiva que tenemos los pueblos venidos a menos de figuras a quienes admirar y, los destinatarios de ese movimiento de adoración y exhaltación que solamente se puede conseguir mediante la promoción que hacemos los medios, se contagian de la imagen que proyectan y se la llegan a creer, saliéndose de la lógica y la coherencia para provocar una desilusión colectiva. Todos esos contrasentidos de nuestro fútbol son estructurales y tiene que ver con al casi nulo trabajo en las canteras donde ni siquiera se logran fundamentar a los jugadores muchos menos los van a educar.