Es un día miércoles. Son las 8:30 de la mañana. Hay mucho viento, pero el vuelo está programado y se echará a andar sin problemas. Se volará.
Todo está bajo control. El plan de vuelo ya marcado, la meteorología revisada, la nave chequeada por afuera (llantas, tanques de gasolina, motor, hélice) y en la cabina, y se ha hecho el respectivo llamado a la torre de control del tráfico aéreo. El despegue es desde Ilopango. Y el recorrido, con un paisaje plenamente nacional, ha incluido alejarse cuatro millas hacia el noroeste, luego virar hacia San Salvador, sobrevolar la parte este de la capital, después pasar al lado del cerro San Jacinto y volver al lugar de origen. Son tres mil pies de distancia, con 13 nudos de viento, y algunas ráfagas. Un vuelo con alrededor de 200 kilómetros por hora, en un avión Piper, modelo PA180.
Pero lo más interesante de toda la travesía ha sido quién lo pilotea. Es Julio Calderón el que ha estado al frente del vuelo. Ese mismo tenismesista, campeón nacional y regional, quien -al igual que muchos otros atletas de este país- se esfuerza por superarse y cumplir sus metas académicas y deportivas.
Con 19 años de edad, Julio sigue dando pasos firmes en la vida. Su decisión al concluir su bachillerato en el colegio Bilingüe Francés, fue la de tomar los estudios de aviación, lo que le ha valido la pena y lo tiene ahora a la mitad de su carrera de estudios superiores: la de piloto aviador profesional.
Ya posee la licencia de piloto aviador privado, y cuenta que ahora está a la mitad de los estudios “cursando la licencia de habilitación por instrumentos, que es requerida para poder aplicar a una aerolínea”. Su objetivo a futuro está claro: “Mi meta al cumplir todos los requisitos es aplicar a una aerolínea de la región y crecer ahí, ganar experiencia”, se sincera. La más cercana, por ahora, es estar graduado en 2016, para iniciar un nuevo ciclo personal cargado de muchos retos, con el tenis de mesa de la mano hasta donde la aviación se lo permita.
Del sueño a la realidad
Los atletas siempre tienen ese don de creer en sus capacidades y de llegar al éxito. De confiar en ellos mismos. De alcanzar lo que se proponen. Y ese es el caso de Julio. El tenis de mesa y la aviación corren por sus venas, lo han corrido desde siempre.
La ilusión de este deportista de ser piloto inició a sus seis años, en el 2001. Nadie imaginó que subirse a un avión, para disfrutar de unas vacaciones, sería un empujón que 13 años después se estaría convirtiendo en toda una realidad.
“Todo empezó con el entusiasmo de conocer la aviación. A los seis años, realicé mi primer vuelo, un viaje con la familia y lo disfruté bastante. Quedé flechado con la aviación. Y fui creciendo con la aviación en mi mente. Pasaba averiguando sobre esto y aprendiendo”, cuenta con entusiasmo.
Sin embargo, debía esperar a cumplir los 18 años para poder iniciar con su sueño: “Siempre he tenido el apoyo de mi familia y pude tomar una decisión correcta e ingresé a la escuela de aviación Centro de Adiestramiento Aéreo Avanzado”.
Para Calderón, ha sido un año de muchas emociones. Obtener su primera licencia es darse cuenta de que va por el camino correcto, pero sabe que ser piloto requiere de mucha responsabilidad. Es reiterativo el actual raqueta número dos de la selección mayor al manifestar que guiar una aeronave requiere “tomar decisiones acertadas”, y también el saber cuidar “las vidas” que están bajo su cargo.
Se ha divertido en esta nueva faceta que atraviesa. “Es una carrera que a uno lo prepara mentalmente y la habilidad del piloto es para poder tomar decisiones en microsegundos y que sean las adecuadas para resolver los problemas que se presentan. Es una gran responsabilidad llevar pasajeros, la aeronave y las personas que están abajo. Amo esta carrera. En esta carrera, valen más las ganas que uno tiene por aprender; si uno trae esa sed por el conocimiento, tomará tiempo para dedicarse a esto plenamente”, señala.
El joven aviador exterioriza que sus primeros momentos al tomar un avión estuvieron cargados “de mucha emoción”. “Al subir a un avión y saber que yo llevo el control, es una gran responsabilidad, y poco a poco se va aprendiendo. Al principio, se siente una gran adrenalina y se va quitando el miedo, uno debe saber dominarse. Hay entre nervios y felicidad”.
El nacional ha podido recorrer y conocer distintos sectores del país, desde el aire, con esta experiencia. Lo más alto que ha volado es una distancia de siete mil pies. Y quizás el punto máximo de este chico fue el momento en el que tuvo que volar solo. Fue una prueba de fuego. Un chequeo real.
“En la licencia de piloto privado, se hacen aproximadamente 20 horas y después se realiza un vuelo solo, sin instructor. Al principio, hay bastantes nervios, más de lo normal. Pero el instructor da la confianza necesaria para que uno vaya tranquilo y se haga un buen vuelo”, puntualiza el tenismesista.
Su instructor, Ricardo Majano, quien lo ha enseñado a volar y lo ha animado en sus estudios, le dijo: “‘Bueno, vas a volar solo hoy’. La verdad es raro, porque cuando uno vuelve a ver y no hay nadie… uno va solo con el avión, uno es responsable de todo. Hay que tener una gran confianza, y personalmente fue un reto para mí”.
El éxito del tenis de mesa
El deporte de la pelota saltarina ha sido una parte fundamental para Calderón. Tanto así que en la escuela de aviación están pendientes de su carrera, según afirma este deportista, y tienen una mesa para que él pueda jugar. Así aprovecha sus tiempos libres y se divierte jugando con los compañeros.
Con una estatura de 1.76, el nacional tiene 10 años de practicar el tenis de mesa. Y siempre ha sabido llevar el estudio y el deporte en conjunto. Actualmente, reconoce que debe “organizar bien el tiempo para seguir con el entrenamiento”. Por lo general, estudia por las mañanas y practica por las tardes.
“Siempre he llevado el estudio a un lado del deporte. Lo bueno de esa combinación es que a uno le enseña mucha responsabilidad, a ser eficiente en lo que se hace, a cumplir metas y a estar concentrado”, detalla.
Llegó al deporte, tras practicar el fútbol y la natación, a los nueve años gracias a su padre, don Julio César Calderón: “Encontré el tenis de mesa en el 2004. Son 10 años y cuando uno está en lo que le gusta siempre lo disfruta y trata de seguir adelante. Con el deporte, he ido aprendiendo y ganando habilidad, además de la concentración y el talento que se puede tener, así como la disciplina”.
“En un curso de verano, mi papá me preguntó: ‘¿Qué querés hacer en estas vacaciones?’, y me animó a que viniéramos al Palacio de los Deportes. Me acerqué a la Federación, vi que estaban jugando y que iban a iniciar el curso. Me gustó ver la pelota que bien rápido se movía y me dijeron que si ya alcanzaba la mesa (risas) ya podía iniciar. Lo vi como un reto, me admiré bastante y mi papá me apoyó”, rememora.
Fue Mauricio Cóbar quien cuenta que lo descubrió y lo inició en lo básico del tenis de mesa, él “desarrolló mi habilidad en este deporte”.
Con el paso del tiempo, el seleccionado ha sido campeón nacional desde las categorías infantiles y juveniles, así como mayor. Y ha reinado también a nivel centroamericano. En juvenil, infantil y preinfantil ha sido raqueta número uno, y actualmente es dos en mayor.
Su meta para el año entrante está en pelear por una plaza para los Panamericanos. Y espera “mantenerse jugando los torneos nacionales, entrenar fuerte y seguir aprendiendo. Si se le echa ganas, el esfuerzo final siempre da frutos”.
“Ahora, mientras pueda estudiar y llevar las dos cosas tengo que aprovecharlo. Es lo que me gusta y después, primero Dios, me salga un trabajo. Sería muy difícil continuar con el deporte, pero hay que esperar para tomar otra decisión importante”. Es la voz de un tenismesista de altura. Ese que sabe lo que quiere y que sabe que su límite solamente es el cielo.
Ficha técnica
Nombre: Julio César Calderón Cubías.
Data: San Salvador, 27 de octubre de 1995.
Edad: 19 años.
Estatura: 1.76 mts.
Peso: 148 libras.
Palmarés: Entre algunos logros, es: Campeón C.A. Pre Infantil (2008), Infantil (2010), Juvenil (2013) en individual, dobles, dobles mixtos y equipo; Codicader (2008, 2009 y 2011); nacional de Tercera y Primera Categ. (éste último 2012 y 2014); de Revisión de Ranking. Espiga Dorada como Novato del Año 2008 de Tenis de Mesa, y como Máximo Novato del Año. Reconocimiento de la Asamblea Legislativa (2012), por su esfuerzo y desempeño deportivo. Tercero con la selección mayor en los Juegos C.A. de Costa Rica, 2013.
“En cualquier vuelo, puede pasar cualquier cosa. Volar no es tan peligroso, solo debe haber la confianza en uno mismo para que todo se pueda hacer bien”
Julio Calderón,
Tenis de Mesa
“Llevar dos cosas a la vez es posible, siempre y cuando uno ponga de su esfuerzo y tenga bien marcadas las metas. Es importante que exista el apoyo de la familia y mantener los valores”
Julio Calderón,
Tenis de Mesa