SAN MIGUEL. Una fiesta completa. Un verdadero carnaval. Parecía el segundo del año en la ciudad migueleña, pero anoche con una extensión mayúscula por Águila. Lleno hasta el último graderío, la afición emplumada cumplió sobremanera para apoyar a su equipo en el Barraza.
Se trató de un digno clásico nacional y semifinal. Y los seguidores de FAS no se quedaron atrás. Sin embargo, el color naranja pintó todo el estadio como claro dominador. No solo en las vestimentas, en la entrega desde el alma también.
Los fuegos artificiales colorearon el cielo, al son guiado por “La Inmortal 12” de “dale, dale, dale Águila”. No hubo más que aplausos y corazón. Era lo que se esperaba.
Pero antes y durante el encuentro, largas colas se registraron para ingresar al Barraza. Eso provocó que se amotinaran los aficionados, en los sectores populares, tratando de ingresar a como diera lugar. Similar sucedió con los tigrillos, quienes en un buen número asistieron y sufrieron para comprar los boletos e ingresar a las tribunas, por el mismo motivo. Muchos, no obstante, se quedaron afuera.
Las burlas, agresiones físicas y dimes y diretes, al encontrarse hinchas contrarios, no se hicieron esperar. Pero estas no pasaron a más. El buen número de agentes policiales estuvo desplegado por todos los alrededores del estadio; y aunque no se hizo necesaria una intervención de emergencia, estuvieron atentos a todas las incidencias.
La afición “negronaranja” sin duda tuvo la mejor nota anoche. Se desgarro con el gol de Deris Umanzor, desde ahí muchos vivieron el partido de pie… la final se sentía cerca. En el “Territorio Tigrillo” no se dieron por vencidos, no pararon de alentar. Atrás quedó el Barraza desolado de malas épocas, la de anoche fue de las que quedarán enmarcadas en la memoria de todos los emplumados.