Fue como si el tiempo no hubiera pasado, como que si el fútbol los hubiera convocado de nuevo para masconear y divertirse al compás del rebote de una pelota. Como cuando escuchaban las enseñanzas del maestro Mamerto Palama y apenas sin pispilear se nutrían de sus sabias palabras.
Por eso se reunieron el pasado domingo y elaboraron un lucido programa que incluyó un minuto de silencio y una oración por su alma, fue un acto de recordación colmado de nostalgias por su viejo mentor.
Luego pasaron a lo que siempre les ha fascinado, los mascones y jugaron las generaciones del 80 y las del 90-2000 con un resultado favorable a estos últimos de 5-4. Pero eso fue lo de menos ya que muchos desempolvaron sus tacos y no estaban para una exigencia extrema. Luego llegó el momento de compatir y aparecieron las anécdotas, los recuentos de tantas pasaditas cuando viajaban para enfrentarse a otras escuelas.
Fue una reunión que permitió el abrazo que rebasa los calendarios que da paso a un sentimiento unitario, que se palpa y que se siente, cuando se conjugan afectos y emociones, entre estos cipotes de otrora, que pasaron gran parte de sus años mozos siguiendo a un balón, mientras el viejo maestro Palma los supervisaba y conducía por el camino del bien.