Era el año 2004. Los festejos sin camisa en aquel entonces, eran un tema común tras la anotación de un gol.
Común denominador era ver a cualquier profesional estallar de alegría y sacarse la camisa tras gritar gol, revolearla, regalarla, ponerla en el banderín de córner; o tan solo arrojarla al césped, lodo o engravado.
Sin embargo, pocos saben qué dio pie a tan absurda ley, puesta por FIFA desde hace 10 años. No hay una historia concreta sobre ello, pero un video, da pistas.
La FA, en cierta ocasión, se quejó sobre la conducta “antideportiva” que mostró el uruguayo -un poco ajeno al ojo del aficionado hispano- Diego Martín Forlán en un partido ante el Southampton por la Premier League 2003-2004.
“Cachavacha” hace una década, en aquel partido ante los “Saints”, anotó un golazo y luego se quitó la camisa para celebrar. Pero el problema no se quedó ahí. Tras regalar la camisa a la grada, el partido se reinició y Forlán no tenía de regreso una nueva camisa para ponerse, el utilero, no la encontraba.
Luego de unos dos minutos de reanundado el partido, le tiraron su camisa a la cancha para que pudiera colocarselá de nuevo; pero muy relajado como si de un “juego informal” se tratara el uruguayo tardó en vestir su torso de nuevo.
La FIFA se tomó en serio la posiblidad de sancionar a quien se retirase el jersey tras un gol, y el parecer de la FA sobre ello tras el caso Forlán, dio probablemente una excusa para que el máximo ente rector del fútbol condenara a todo futbolista profesional de tan glorioso momento: Celebrar sin camisa.
El primer gran torneo afectado por la decisión de sancionar por parte de la FIFA fue la Copa América 2004, ganada por Brasil.
En aquel entonces, la nueva regla, en el apartado “Instrucciones adicionales para árbitros y árbitros asistentes,” decía: ”Quitarse la camiseta tras marcar un gol resulta innecesario y los jugadores deben evitar tan excesiva muestra de júbilo.“
Por último, la FIFA añadió que la amonestación por celebrar eufóricamente un gol fue por considerarlo una “conducta antideportiva”.
Acá, sin más qué decir aquel momento desafortunado, que cambió quizá, no lo sabemos, el rumbo de las celebraciones por desgracia a nivel mundial; hasta el día de hoy. Algo está claro, nunca culparía a Diego.