El juego del hambre

Los jugadores de la UES están impagos, viven de prestado, de alguna alma piadosa o del aire

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Es penoso el vivir de los jugadores de la UES por el impago al que están sometidos por parte de la directiva. Foto EDH

Por Manuel Cañadas | Twitter: @Memecanadas

2014-10-05 7:25:00

Es difícil mantener la compostura ante los desaguisados que se cometen en nuestro fútbol y la tentación de una enérgica protesta surge con ímpetu, pero de nada sirve, porque sus protagonistas parecen contar con el aval de la autoridades que lo rigen, lo cual los vuelve cómplices. Es todo un teorema, la crisis de nuestro fútbol es la crisis dirigencial, porque la mayoría de los dirigentes parecen infiltrados, decididos a todo para usarlo a su conveniencia, promocionarse o para dañarlo.

Aceptable podría ser uno que otro error aislado, pero no la totalidad que entraña una larga cadena para que pudieran caber admisibles justificaciones. Como consecuencia nuestro redondo está postrado, tenemos carencia de valores, estadios desiertos y nula credibilidad pues los aficionados se dan cuenta que los despropósitos no solo suceden en la cancha sino en su entorno popular.

Ahora debemos referirnos al calvario que por falta de pago sufren los jugadores de la UES. Debido a razones de índole legal, institucional o porque quien firma los cheques no quiere hacerlo, no tiene tiempo o no hay fondos, los muchachos se ven impedidos de recibir su sueldo mensual y deben hacer una larga espera de meses para poder cobrar. Viven a la espera que alguien encuentre un asidero legal para recibir unos honorarios, que cuando les llegan ya los deben.

Están condenados a vivir de prestado, arrimados a gente piadosa que les pueda ayudar y en ese andar hasta se han dado caso de quienes se han desmayado antes de un partido por no haber comido. Por eso la barra del equipo hace actividades para darles algún refrigerio. Para nadie es un secreto esta situación, una nueva y desgenerada forma de administrar en el fútbol que cuenta con la complaciente aceptación de la FESFUT y de los Clubes de la Liga Mayor. Hoy sos vos mañana puedo ser yo. Y cuando uno cree que que ya no caben más disparates en el saco, siempre aparece uno nuevo dentro de esa variada y perversa originalidad que los caracteriza, pues en un partido jugado en San Miguel a un dirigente se le ocurrió que los jugadores no debían cenar ya que les podría hacer daño o porque era peligroso ir al restaurante.

Se cuenta que un miembro del cuerpo técnico compró tortillas y queso y con eso los jugadores pudieron paliar el hambre. Un elenco de la Liga Mayor o de otra categoría profesional no debería ser administrado de esa manera y quienes tienen tal encargo deberían desistir y permitir que otro equipo con menos aberraciones ocupe la plaza. Es paradógico pero los jugadores universitarios se entregan en la cancha y se aferran a las pocas energías que les quedan como un asmático se aferraría a la última botella de oxígeno; el pasado sábado ante el Pasaquina fue una muestra ya que dominaron a los potros y fueron superiores.

Cualquier aficionado sin información no hubiera podido vislumbrar el drama que los abate, carentes de lo más elemental para desempeñar una profesión tan sacrificada y demandante. Pero en un pequeño descargo de los dirigentes se debe decir que los jugadores sabían a lo que iban, a una especie de cadalso, a un equipo al que todos tienen miedo integrar y que solo acceden a él, cuando no tienen otra salida. Lo ven pues como la última tabla de salvación. Dura y cruel verdad.

La UES subió la Liga Mayor en junio de 2010 y desde entonces los dirigentes no han dado con el modo de resolver tal situación. Hay quienes dicen que en el fútbol, muchos brillantes académicos aplanan su sentido de la justicia y se vuelven proclives al engaño, la trampa y hasta se les nubla la razón y el sentido común al punto que pueden llegar a perder de vista la condición humana del jugador. Por supuesto que el derecho a jugar a ser dirigente es válido, más en nuestro medio, pero en un país vertebrado eso no podría pasar. Con tal actitud nos demuestran que han salido buenos alumnos en eso de dirigir al deporte con los pies, habiéndose incoporado a la Liga Mayor para echarle unas cuantas paladas de tierra más al fútbol nacional.