Quien pretenda señalar a los técnicos más triunfadores en nuestro fútbol, de inmediato tropezará con un argentino: Juan Quartarone Carbone.
Por supuesto que no es el único y aunque la voz de la justicia nunca sonó plenamente para él, hizo campeón al Juventud Olímpica, Platense, FAS, llegó a finales con el ADET, Marte, Balboa e incluso fue técnico de la Selecta.
Juan fue de esos entrenadores que se adaptan al material humano que les ha tocado, de esos estudiosos del fútbol que juegan con los ases en la mano, tomando todas las precauciones para no correr riesgos. “Pipo” Rodríguez me lo comentó: “Quartarone ha sido un adelantado, hace treinta años jugaba como se juega hoy, con dos o un delantero”, y ese su interés por jugar sobreseguro casi rayaba en el fanatismo, de ahí que lo tildaron de muy defensivo, lo cual parecía divertirle.
Jugó en la primera división de su país con el Quilmes, Huracán, Racing entre otros, luego en San Luis de Quillota en Chile y un día de tantos armó sus bártulos y recaló en el Municipal de Guatemala para formar dupla en el medio con su paisano “el Vasco” Balboa.
Por entonces los Rojos vinieron a jugar contra el Alianza y la gente del Juventud Olímpica lo contrató. Debutó en medio de un suceso pues anotó un “hat-trick” en el 5-2 con que ganaron al Adler, pero un dirigente extravió los carnés y los puntos fueron para los maquineros. Luego militó en la Universidad y la UCA, donde dejó testimonios de su fútbol y de su calidad humana.
Un domingo, previo a una doble programación, mi buen amigo Chepe “Venado” Paredes me lo presentó en el vestíbulo del Flor Blanca, me sorprendió ver aquella campechana sencillez matizada con rasgo de hidalguía y se me figuró que era lo mas cercano al concepto que mis profesores en la escuela primaria me habían formado sobre los conquistadores; luego me di cuenta que era conquistador, pero de amigos.
Con su retiro se graduó de entrenador y en 1973 fui su dirigido en el Juventud Olímpica, donde advertí sus enormes capacidades de estratega, en una carrera que duraría casi cuatro décadas con equipos como Molsa, Sonsonate, Alianza, FAS, Águila, Marte, Balboa, Firpo, ADET, Olimpia de Honduras y Aurora de Guatemala.
Es que tenía características especiales, se hacía obedecer sin recurrir a la amenaza, se hacía respetar sin exigirlo y se ganaba el cariño de sus jugadores sin proponérselo, con una abundancia de cábalas que adoptaba sin vacilaciones y que hasta contagiaba a sus discípulos. No permitía mujeres en el bus del equipo, si la ropa usada coincidía con un triunfo la repetía hasta que llegaba una derrota y si jugaba una final que fueron tantas, hacía las mismas actividades que hizo en su última final ganada.
Fueron numerosas hazañas con planteles sin mayores presupuesto ni recursos, por eso le pusieron “el Brujo”. Y entre las más épicas recuerdo cuando llevó al Juventud Olímpica a lograr un campeonato de manera invicta con esas sus cualidades de motivador y por supuesto con su sabiduría, pero además condujo al Platense a ganar el Campeonato Centroamericano de la Fraternidad ante grandes del istmo como el Municipal y Aurora de Guatemala; Saprissa y Herediano de Costa Rica, de ahí que los viroleños lo nombraron Hijo Meritísmo y eso lo llenaba de mucho orgullo.
En esa campaña me tocó ser parte a la par de enormes futbolistas como Rafael y Jorge Búcaro, Herbert Flores, Pedro Silva, José Luis Rugamas, Jaime Castro, Jorge “Indio” Vásquez, Óscar “Lotario” Guerrero, Óscar Payés, los argentinos Ricardo Norberto Zaffanela y Luis César Condomí, los brasileños Helio Rodríguez y David Pinho, el extraordinario arquero uruguayo-salvadoreño Albert Fay.
Lo de “Brujo” le había llegado por obra y gracia del periodismo, pero en verdad ha sido uno de los católicos más fervientes que he conocido, quien a fuerza de venerar al Supremo Hacedor terminó por incorporarlo a todas sus actividades; no fallaba a misa los domingos, no probaba la comida sin darle gracias y nunca marchó a un partido sin elevar una plegaria, que casi siempre fueron escuchadas.
“Todo llega todo pasa”, dijo el poeta y este “Brujo” de magia blanca ahora se encuentra muy enfermo, internado en una casa de retiro. Los suyos han tenido que aceptar que ya las cosas no son como antes, que a Juanito le cuesta comunicar sus ideas y comprender las de los demás.
Una noticia que ha desgarrado el alma a quienes tanto lo apreciamos.