El pasado 1 de octubre, Jorge Rajo dijo: “Como Fesfut sacaremos lo más bueno del proyecto y plan de desarrollo, pero no prometemos cumplir el Proyecto Azul a exactitud; eso sí, alguna cosa buena vamos a sacar del documento”. Lo dijo en su calidad de presidente de la Fesfut, cuando recibió en un hotel capitalino el documento de los impulsores del Proyecto Azul.
Desde entonces, han pasado casi 20 días, y por ahora no hay señales que apunten a que la Fesfut ocupará este Proyecto dentro de sus planes al corto, mediano o largo plazo. El plan de trabajo que tienen en sus manos incluye ocho puntos transversales para mejorar nuestro fútbol; entre ellos, la urgente necesidad de proveer de mejores campos de juego al fútbol profesional.
Ojalá que la Fesfut aproveche esta oportunidad, que sepa leer las señales. Hay empresarios fuertes que quieren apostarle por el fútbol, siempre que haya transparencia y trabajo. También representantes de la cooperación internacional, así como fundaciones. Un ejemplo claro: el terreno de cuatro manzanas que acaba de ceder en comodato la Fundación Antidrogas de El Salvador (Fundasalva) a la Fundación Educando a un Salvadoreño (Fesa), en Guazapa. Ahí construirán, en gran parte con fondos de empresas que quieren apoyar a la niñez y juventud, una cancha de fútbol sala y otra de fútbol once.
Rajo y su Comité tienen un plan nacido de los mismos actores del fútbol en sus manos, uno que cuenta con el apoyo de Gobierno, empresa privada, periodismo, escuelas, fútbol aficionado… Se trata de que lo echen a andar. Ojalá no caigan en egos absurdos o protagonismos sin sentido.
Si la Fesfut se lleva el mérito, aunque sus miembros no hayan elaborado el plan, ¡está bien! Ganará el fútbol, que al final es lo que todos queremos. ¡Pero pilas, señores!