El partido con Colombia, a pesar del 0-3, había dejado puntos positivos. El de anoche ante Ecuador dejó dudas y varios cuestiones por corregir. El resultado no fue el esperado; el rendimiento tampoco.
Quince minutos duró el buen juego de El Salvador. Los iniciales. Hasta que Plata probó desde lejos, se desvió en un defensor nacional y se le coló por arriba a un adelantado Henry Hernández. Extraño, pero ese gol a los 15 minutos se transformó en un golpe decisivo. Futbolístico y anímico. Tanto que el amistoso se sentenció, en el resultado, en esos 10' siguientes cuando los ecuatorianos se pusieron 3-0 arriba.
En esos 15' iniciales quizás se vio lo mejor de la Selecta en Nueva York. Con presión sobre la última línea ecuatoriana, con manejo del balón y salida clara con pelota al pie. No se tradujo en la red, ni siquiera en chances de peligro. Pero claro los partidos duran 90 minutos y lejos estuvo de alcanzar ese comienzo para redondear un buen juego, inclusive para ser competitivo en el resto del partido.
Ecuador hizo todo más fácil. Es un equipo con otro rodaje y otras individualidades. Acostumbrado a jugar a otro nivel. Encontró un gol sin hacer mucho y después definió el pleito con comodidad y chispazos de jerarquía. Eso sí, aprovechando las graves desconcentraciones salvadoreñas.
Ayer poco funcionó de la Selecta. La defensa dio demasiadas ventajas; Arturo Álvarez y Henry Hernández, dos habituales puntales del equipo de Roca, estuvieron lejos de su nivel. El Ruso Flores (luego Ibsen) y Larín no tuvieron mayor relevancia en los costados. Punyed bajó su rendimiento con respecto a Colombia y, quizás, el empeño y la voluntad de Richard Menjívar haya sido de lo poco destacado del equipo junto al corredor Rafa Burgos. Los recambios (Oscar Cerén, Efraín Burgos y Kevin Santamaría) tampoco fueron solución. Y el buen juego que se intentó desde el fondo esta vez fue fallido y con demasiadas imprecisiones.
El gol de Rafa Burgos devolvió la ilusión. Y el inicio del segundo tiempo también. Allí lo tuvieron sucesivamente Arturo (buena jugada individual), Rafa Burgos (apenas arriba) y Junior Burgos (disparo solo arriba). No entró ninguna. Otra de las grandes diferencias: cuando Ecuador tuvo sus chances no perdonó a la Selecta. Sin piedad, cada avance sudamericano se transformaba en una daga para la última línea azul. Algunos fueron goles, otras fueron a los postes. El 5-1 fue la diferencia también en el juego.
Seguir con el trabajo, no fomentar el pesimismo y confiar en estos jugadores y cuerpo técnico es lo que sigue. A no olvidarse: los rivales fueron de peso ante un proceso que se está armando. Y las desigualdades fueron explícitas en el campo de juego.