Era un desfile de romeros en busca de sus dioses que abarrotaron el templo mayor. Agitaban banderas, gritaban e incluso bebían licor en un ambiente carente de violencia mientras los policías en enormes caballos se ponían expectantes.
Ellos saben que cuando se bajan la mascarilla llega el rigor y por eso no pasan de los pequeños rituales. Para los merengues flotaba en el ambiente la ilusión de una asonada, por eso el gol de Neymar tuvo el efecto de una bomba. Pero el empate de Cristiano Ronaldo trajo la tranquilidad.
Pero lo mejor llegaría en la segunda mitad cuando un estibador como Pepe ponía la ventaja luego llegaría el tercer gol de Benzema que hirió de muerte a los culés que se fueron suicida mente al ataque y se expusieron a una masacre.
Ronaldo, Benzema James y hasta Marcelo pecaron de apurados en el frente del ataque pero la venganza ya estaba consumada.
A esas alturas el partido estallaba en los oídos de los jugadores merengues y regresaba a la cancha para convertirse en voces triunfales. En un mar de gente que se regó por Madrid para celebrar muchos de los cuales hasta les guiñaron el ojo a los policías que sonrieron complacidos.