SAN ANDRÉS. Montada en su caballo, María de los Ángeles Guzmán, mejor conocida como Marielos, demuestra su coraje y convicción por competir y por la vida. Por salir adelante. Porque es una atleta ejemplo de lucha y superación.
Está ahí, junto a cuatro competidores más, regalando sus mejores destrezas en la pista del “Centro de Equinoterapia El Corralito” de la Fundación San Andrés, y recibiendo un aplauso sincero y del corazón de quienes admiran sus aptitudes y su dominio del ecuestre, así como su esencia de vida.
Y es que Marielos tomó parte de las últimas competencias de la edición XXV de los Juegos Nacionales de Olimpiadas Especiales (OEES) que culminaron su semana de competencias el sábado en San Andrés. Ahí, junto a una delegación simbólica, conformada por chicos de atletismo y fútbol, y por voluntarios, se apagó la llama del fuego olímpico.
Entre música y aplausos, atletas y entrenadores realizaron un desfile que los llevó hasta el pedestal de la bandera salvadoreña y de OEES, que fueron retirados y entregados a los jinetes Ernesto Acevedo y Aracely Arteaga, ambos de “El Corralito”. Acto seguido y con sonrisas nostálgicas, el jinete Fredy Ventura, de la Escuela Especial de La Unión, se encargó de apagar el fuego.
Para la presidenta de Olimpiadas, Sandra de Uceda, ahora El Salvador “espera confirmar qué disciplinas y quiénes asistirán a los Juegos Mundiales de Los Ángeles 2015. Pero recordarles a los chicos que esta ya ha sido su fiesta”, detalló. Los Nacionales fueron así el clasificatorio a los Mundiales.
Total superación
La muestra de Marielos es la puesta a la vista de lo que la equinoterapia ha hecho en su vida. Con 43 años de edad y 16 de estar en “El Corralito”, su soltura y su desenvolvimiento confirman cómo esto la ha ayudado en su vida.
“Contenta con mis medallas. La competencia no estaba difícil, fue normal”, contó la atleta, quien se mostró íntegra a pesar de que su padre falleció hace cuatro días y para quien hubo un minuto de silencio al final de la clausura.
Su hermano Mauricio Guzmán dijo: “Ella tiene confianza en sí misma, es muy segura y cuando se concentra gana”.
Otro ejemplo es Acevedo, que tiene 16 años de practicar equinoterapia y a quien su madre, Máxima de Acevedo, describió como “alguien que era tímido, no hablaba, y ahora es extrovertido y hasta profesor”.
En efecto, no solo practica el ecuestre, es instructor en “El Corralito”: “Me encantan los caballos. Me he sentido mejor desde que estoy con ellos”.
Para Anabel Tinoco de Meza, fundadora de la institución, la equinoterapia es una gran fórmula “para que ellos crezcan y se desarrollen. Su alegría es inmensa y así lo demuestran”.