Los hermanos Acosta: La dinastía se supera

Mauricio y Rodrigo, exnadadores, celebran la histórica medalla de su hermano Marcelo. Y repasan la historia

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Mauricio, Marcelo y Rodrigo Acosta una dinastía de nadadores. Foto EDH

Por Gustavo Flores | Twitter: @Gusflores21

2014-09-07 10:01:00

Mauricio, el mayor de los hermanos Acosta, vio la piscina y no lo dudó. Ensayó un clavado al agua. Ante el grito de los familiares, su papá lo fue a rescatar. Pudo ser trágico. Sin embargo, aquel episodio sucedido hace poco más de 20 años en la Costa del Sol fue el primer impulso para que naciera una dinastía de nadadores en el país que reservaba para el menor el lugar más destacado.

Mauricio recuerda hoy a los 27 aquel suceso: “Yo era muy abusivo con el agua, estaba muy hondo y la verdad es que casi me ahogo…”, Papá Mauricio y mamá Ester no lo dudaron: a la semana siguiente empezaron las clases de natación para él y su hermano Rodrigo. Tenían 6 y 5 años.

Marcelo, el héroe de esta historia, no había nacido. Faltaban tres años para su primer llanto. Pero heredó de sus dos hermanos mayores la genética de la perseverancia y la dedicación en el agua. De recién nacido, empezó a mamar las competencias de sus hermanos. Correteaba debajo de los podios y, cuando podía, hasta tocaba el agua con sus manos. “Desde el cochecito se echaba todos nuestros entrenos. Era chistoso verlo  cuando nos estaban dando alguna medalla o trofeo. Recuerdo muy bien a Marcelo con sus juguetes, con su pacha, mirando para arriba, al podio”, cuenta Rodrigo, el hermano “del medio”.

El que se subió al podio esta vez fue él. Y a un podio olímpico, nada menos. Marcelo escribió en los Juegos Olímpicos de la Juventud Nanjing una página inédita en el capítulo de la natación para engalanar el libro de los deportes salvadoreños. El país ganaba una medalla en este evento por primera vez en la historia. El 17 de agosto de 2014 ya está grabado a fuego en el agua con el segundo lugar de Marcelo Acosta en los 400 metros libre. “No solo mis padres sino mis hermanos fueron los que me inculcaron esto. Mucho de esta medalla se la debo a ellos. Cuando estaba chiquito siempre quería entrar al agua con mis hermanos y empecé a chapotear con Mauricio y Rodrigo”, cuenta el medallista de China.

Ahí están los tres hermanos, seguramente en el lugar que más cómodos se sienten. A la par de una piscina, claro. Se suma a la plática el profe Óscar Moreno, entrenador de los tres. No hay otro tema, no puede haberlo; todo gira en torno a la natación. “Todavía recordamos los primeros pasos de ellos en la natación y como los traía a entrenar su mamá”, destaca Moreno, con una sonrisa enorme.

“Desde los 6 años, siempre ha girado nuestra vida en referencia a la natación. Fíjate que salimos nosotros de las competencia y quedó Marcelo”, cuenta Mauricio, que hoy es abogado y trabaja de coordinador legal en una financiera. Prosigue Rodrigo, hoy tripulante de cabina en Avianca: “A diferencia de Marcelo, nosotros nadábamos porque nos gustaba pasar el tiempo con los amigos. Pero él, de la nada dio una sorpresa. Ok. Pero luego llegó otra sorpresa. Y otra…”. Aunque confiesa que no imaginaba este presente: “Marcelo era bien gordito de chiquito, juguetón. Y pensamos que iba a ser más juguetón que nosotros en el agua…”.

Además de medallas y podios en la natación, Marcelo comparte con sus hermanos la música electrónica. Hoy es su hobby. “Está en su mundo. El está quieto, callado, pensando como se va a superar” relata Mauricio sobre la forma de ser del hermano menor. Y completa Rodrigo: “Tiene sencillez, humildad. Un tipo que no se complica para nada, extremadamente tranquilo. Algunas veces hasta yo me estreso de verlo tan tranquilo (risas)”.

Mauricio fue campeón CAMEX en 50m. libres en 2006 y ganó varias medallas de relevos. Rodrigo colecciona oros, platas y bronces de Centroamericanos. Hasta se dieron el lujo de batir juntos el récord nacional de relevos 4x50m. libres en Los Polvorines pero no lo validaron porque también había un extranjero en la cuarteta. Sin embargo, en la casa Acosta la medalla que más reluce hoy y la más ‘mimada’ es la recién llegada: la plateada de Nanjing. “Mis hermanos me han dado esas ganas de nadar con sus medallas. Quería ser como ellos”, reconoce quien la trajo a El Salvador desde el otro lado del mundo.

“Lo de Marcelo es algo que no nos deja de sorprender -se emociona Mauricio-. Decirte que es algo que esperábamos no es del todo cierto. Marcelo es una persona que nos ha acostumbrado a darnos sorpresas desde chiquito. Nunca ha sido predecible. Lo único que podemos predecir de él es que tiene la garra y la voluntad para lograr lo que quiera. Y eso lo puedes ver técnicamente en los 400 metros, en los 800, lo puedes ver en cada cierre. Le pueden llevar dos o tres cuerpos y él, en el cierre, define todo. Nunca se da por vencido”.

“Los días que compitió en Nanjing fueron increíbles -cierra Rodrigo-. Tocaba verlo de madrugada.  La casa era un estadio, estábamos todos juntos, también había amigos. Salí afónico de tanto gritar. Los vecinos casi llamaron a la policía, literalmente, porque pensaban que había una pelea familiar. Sintonizamos el canal de TV que lo transmitía y teníamos dos computadoras al lado por si se caía la señal. Estábamos bien preparados para las noticias”.

Lo levantan entre los dos a Marcelo, una vez más, y le agradecen la medalla. La dinastía Acosta continúa, se supera… Y todavía falta lo mejor, coinciden los tres.