¿Qué pasó con la Guapa González?

Uno de los defensores y volantes de contención más rendidores que ha dado el fútbol local.

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Foto Por edhdep

Por Rafael Cárcamo

2014-09-28 6:16:00

Su mayor momento de gloria en el fútbol nacional comenzó a gestarse en el verano de 1979, cuando se le hizo realidad el sueño de llegar al mejor equipo de la Primera División de aquel entonces, el Santiagueño.

Ese año, Eduardo Antonio, conocido en el ambiente futbolístico como “la Guapa” González, se desligó de la Universidad de El Salvador (UES). “Se trataba del mejor equipo en todo sentido”, recuerda.

El entrenador argentino Raúl Miralles asumió la dirección del Santiagueño, cuyo presidente era don Prudencio Llach.

“Don Prudencio había convertido al Santiagueño en un equipo profesional, ahí ningún jugador se dedicaba a otra cosa que no fuese entrenar todos los días para jugar los domingos, eran entrenos muy exigentes, uno adquiría una condición física envidiable, había una estricta disciplina”, dice.

Pero advierte que todo ello se veía compensado con un salario digno de un profesional. Recibían su pago de manera puntual y  con cierta frecuencia tenían ciertos detalles y estímulos para el plantel de jugadores.

“Todo eso tuvo mucho peso para que el equipo funcionara como una maquinaria con jugadores claves como Ever Hernández, José Miguel Escamilla, Juan Gilberto ‘Chachama’ Quinteros, Guayo Hernández, Jorge Medrano, el chileno Hernán Carreño, los brasileños Paulo Damasco y Eraldo Correira,  los uruguayos Jorge La Clou y Tito Silva y el panameño Jorge Méndez”, enumeró.

También estaban Abraham “el Peñero” Vásquez, “el Macho” Paniagua, Pancho Osorto y Joaquín “la Muerte” Ventura.

“Lastimosamente tras esta brillante temporada en la que nos coronamos como campeones, la situación política y la guerra en el país estaban a punto de estallar y los hombres adinerados como don Prudencio vieron amenazada su seguridad personal y optaron por alejarse del fútbol, y el equipo se vino abajo hasta que en poco tiempo desapareció”, manifestó con nostalgia sobre esa época.

Sus inicios se remontan a 1969, cuando comenzó a jugar en segunda división con el Mario Calvo, de Izalco, Sonsonate.

Siendo aún muy precoz, “la Guapa” ya demostraba muy buenas cualidades como marcador, ya sea en defensa como en la volantía, lo cual le permitió a los 17 años y seis meses ser contratado por el Excelsior y llegó con buena estrella,  pues ese año pelearon el descenso con el Atlante en el Estadio las Delicias, de Santa Tecla, al que derrotaron 1-0, y descendió al equipo capitalino.

Con Excelsior jugó tres años, con el que se dieron el lujo de descender a la Universidad Católica y posteriormente al Adler. Pero en 1973 fue el conjunto santaneco el que vivió esta dolorosa experiencia al perder ante el Sonsonate.

“En este equipo alterné con gente como el doctor Ricardo Mena Laguán, como entrenador; entre los jugadores recuerdo al chileno Patricio Sasmay,  el brasileño Jurandir Dos Santos, Chimpe Orantes,  Casquete Amaya,  Tito Cabrera, los hermanos Hugo y Sergio Gil, entre otros”.

Luego llegó al UES, donde jugó a la par del panameño Jorge Méndez, con quien después pasarían el mismo año al Santiagueño. Figuraban, además, Tomas “Flaco” Pineda, “Pipo” Rodríguez,  Chino Quintanilla, Quino Valencia, los argentinos Víctor Donato y Toni Rojas,  “Pato” Valencia, Will Peñate y Flores Nobleau.

“En los cinco años que jugué con la U solo nos mantuvimos de la medianía de la tabla para abajo, mientras que con Excelsior casi siempre peleamos por no descender, hasta que nos tocó”, comentó entre risas.

Como seleccionado nacional, integró en 1972 una juvenil junto a Norberto Huezo,  Herbert Hernández,  Lotario Guerrero, Quino Valencia y Julio Martínez, entre otros, equipo que ganó un tercer lugar en un Campeonato C.A. realizado en Guatemala.

Cuatro años después, este mismo grupo -básicamente-  se eliminaría para los Juegos Panamericanos de México 1975. 

Qué hace

Casi a mediados de 1981, la estabilidad del equipo y el fútbol era incierta. Fue entonces que decidió dejar el país y viajar a los Estados Unidos,  donde ya contaba con familia, lo cual le facilitó las cosas para comenzar a trabajar.

“Allá trabajé manejando mucho tiempo, fueron 20 años repartiendo productos de la Honda, una venta de autos. Recién llegado trabajaba y jugaba en ligas burocráticas donde normalmente juegan muchos latinos, dejé el fútbol cuando me impactó una fuerte lesión que sufriera Rafael Búcaro”, manifestó.

Con el tiempo, cambió de trabajo y hasta hace año y medio que se júbilo, mismo tiempo que lleva de permanecer en el país junto a su esposa. “Mis dos hijas residen allá y están muy bien, nosotros somos ciudadanos y podemos volver cuando así lo decidamos”,  dijo.

Pero igual deja en claro que se siente muy bien en el país y sobre todo en su natal Santa Ana, la que hoy disfruta con la comodidad de haber dejado atrás los duros horarios laborales.