Sólo le faltó ser árbitro. Jorge Cabrera Rajo, flamante presidente de la Fesfut, ha sido protagonista del fútbol desde casi todas los ángulos posibles: fue –y sigue siendo- aficionado, fue futbolista, auxiliar técnico y entrenador, directivo, federativo y hasta patrocinador. El fútbol le brota por los poros a este empresario –propietario de la Policlínica Casa de la Salud, en Santa Tecla- que se precia de haber asistido a ocho Mundiales y que recientemente fue admitido como socio del Real Madrid.
No hay muchas imágenes de aquel puntero derecho que jugó en el Lincoln –junto a Juan Ramón Paredes- y en el Deportivo Quequeisque, en el ascenso salvadoreño. Una etapa relativamente corta que le sirvió para entender más el juego y que desembocó, inexorablemente, en su carrera de entrenador. Su equipo era el Quequeisque, pero le tomó simpatía al Marte, donde jugaba uno de sus grandes ídolos, Raúl Magaña, de quien luego fue auxiliar. En AEFES sacó su título de director técnico clase A, y hasta fue becado para hacer un curso de 45 días en Río de Janeiro, Brasil, por la Fesfut de aquel entonces.
Antes de ser dirigente deportivo, Jorge se ganaba la vida vendiendo uniformes y artículos deportivos en Rajo Deportes, un comercio ubicado en Santa Tecla. Fue bastante después que se cambió de rubro y saltó a la medicina. Mientras, fue entrenador principal del Quequeisque, Marte y del Platense. “Fue técnico mío. Tenía una idea de fútbol ofensivo, se preocupaba porque tuviéramos siempre la pelota”, recuerda Carlos Castro Borja de aquellos tiempos del Marte.
Además de ser colaborador de Magaña, a Rajo le dieron la responsabilidad de dirigir una Sub 15 que compitió en Trinidad y Tobago donde estaban, entre otros, Mauricio Cienfuegos y el propio Castro Borja. También dirigió a una Selección Sub 20 en 1985. Luego de eso, en 1988, le ocurrió una de las cosas más insólitas. “Me llamó el doctor Ramón Flores Berríos, presidente de la Fesfut, para pedirme un favor. Resulta que la Selección Mayor, que en ese momento era dirigida por Miroslav Vukašinovi?, estaba en una cuadrangular en Los Ángeles y había perdido el primer juego 4-0 contra el América de México. El partido siguiente era contra Argentina, el equipo que iba a los Juegos Olímpicos de Seúl. ‘Andate a Los Ángeles a dirigir a la Selecta’, me dijo, ya que el técnico había llegado hacía poco y no conocía mucho. Fui el técnico en ese partido, y con la colaboración de todos sacamos un 0-0 más que digno”.
Durante años fue directivo del Marte. Luego, tras aceptar una invitación de Alejandro González, integró la directiva del Águila, donde coincidió con Lisandro Pohl, quien a su vez lo llevó primero a Chalatenango y luego al Alianza. En sus tiempos de Águila fue elegido como vicepresidente de la Fesfut, cargo que desempeñó desde 2001 a 2005. También fue presidente de la Primera División y en su momento fue integrante del Cesen, el comité de selecciones formado en 2010 que rápidamente se disolvió.
Su carácter conciliador lo llevó a trabar amistades y hacer contactos importantes en el mundo del fútbol, especialmente en Concacaf y FIFA. Basta ver los nombres que aparecen en su agenda telefónica o sus álbums de fotos para comprobarlo. En su casa hay recuerdos de cuando estuvo en la ceremonia de la entrega del Balón de Oro 2004, placas, credenciales y todo tipo de souvenirs.
Quizás su trago más amargo como federativo lo vivió cuando era parte de la delegación de El Salvador que viajó a Jamaica en 2003 para un juego amistoso contra los locales. Al regresar, en una escala en Miami, cinco jugadores de aquella selección integrada por futbolistas de Segunda División se quedaron en Miami.
Carlos Cavagnaro, entrenador argentino que pasó por la Selecta, lo recuerda así: “Es la persona más parecida a Julio Grondona que he visto. Un día visitó la AFA y Julio le dio su histórico sillón. Le dijo: ‘sentate acá’. Jugó al fútbol, es técnico, hizo cursos FIFA con Chelato Uclés. Lleva el futbol en la sangre. Es astuto y muy leal. Además, sabe ver jugadores”.
Rajo no falta a un Mundial desde México 1986, cuando asistió como delegado FIFA para elaborar reportes técnicos. En Corea Japón 2002 fue como representante de la Fesfut al Congreso FIFA. En los otros –Italia 90, Estados Unidos 94, Francia 98, Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y Brasil 2014-, lo hizo como turista. “Esto es lo que me apasiona. Ya son ocho Mundiales… Bueno, nueve, porque también fui a Turquía 2013”, cuenta Jorge y recuerda aquella victoria del Sub20 en Australia, como uno de los momentos más emotivos de su vida.
Esa vez, en el estadio de Rice, Turquía, no llegó a llorar de alegría. En realidad es un hombre duro, así lo describe su hijo Jorge Jr. “La única vez que lo vi llorar a mi papá fue cuando El Salvador ganó la medalla de oro en los Centroamericanos y del Caribe, en 2002”, confiesa Jorge hijo. Sus momentos más amargos siempre coinciden con las derrotas de la Selecta: “Mi padre se pone muy mal cuando pierde nuestra selección, se queja mucho, pero sus comentarios son analíticos, no lo hace como un aficionado más sino como un entrenador, analizando lo táctico”.