Vivió para el gol, por los equipos donde pasaba dejaba el sello de su dominio del área y esa intuición para saber ubicarse cual lobo solitario y atacar las porterías rivales. Rodrigo Osorio había nacido en Concepción de Ataco, Ahuachapán hacía 46 años. Luego de jugar en ligas menores fue llamado por el Acajutla, donde debutó en la Liga Mayor el 2 de octubre de 1988 ante el Cojutepeque en el estadio Ana Mercedes Campos de Sonsonate.
Con los porteños jugó dos años y luego que pasara a llamarse Tiburones continuó metiendo goles para los escuálos hasta el año 1996. Los albos necesitaban un hombre de área y lo llamaron para que les resolviera el problema de los goles. Y Rodrigo llegó con ellos y alcanzó momentos cumbres al darles dos coronas. Con los paquidermos jugó cuatro temporadas y en 1998 en una final contra el Luis Ángel Firpo fue el jugador de excepción pues en un tiro de esquina se adelantó a los defensas pamperos para vencer a Misael Alfaro.
Ese día los seguidores albos lo anduvieron en andas en el Mágico González. En el equipo capitalino además entró en el selecto grupo de los 100 goles, eran los tiempos en que la vida y el fútbol le sonreía. Luego pasó al Juventud Olímpica Metalío donde experimentó la amargura del descenso del equipo playero. Para entonces había jugado 376 partidos oficiales en cuatro equipos diferentes de la Liga Mayor, ciclo en el que anotó 101 goles.
Con su retiro jugaba en canchas abiertas; a nosotros nos tocó verlo meter goles en nuestra Champions Más¡ con el Broncos que apadrina Vitelio Guardado. El lunes falleció en horas de la madrugada a consecuencia de los golpes recibidos tras caerse de la cama de un pickup a una canaleta que conecta con el río Cuyuapa en la jurisdicción de San Antonio del Monte donde residía. ¡Paz a sus restos!